La desbordante tenacidad de Modesto Seara Vázquez (Allariz, 11 de septiembre de 1931-Ciudad de México, 26 de diciembre de 2022) arrolló con su lucidez, imaginación y sentido del humor a cuantos tuvimos el placer compartir con él las innumerables aventuras que abordó a lo largo de su extensa y fructífera vida.
Gallego de origen, tras estudiar en la Complutense, se doctoró en 1959 en la Sorbona con un innovador trabajo sobre la regulación del Derecho interplanetario y del espacio. Desde comienzos de los años sesenta, impartió magisterio en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En su Facultad de Ciencias Políticas y Sociales puso en marcha la División de Estudios Superiores y el Centro de Relaciones Internacionales que, inmediatamente, se convertiría en referencia donde se formarían muchas de las personas que pasarían a formar parte del internacionalmente prestigioso servicio exterior mexicano.
Autor de decenas de monografías y de más de un centenar largo de artículos académicos, destaquemos aquí: en lo jurídico, su manual de Derecho Internacional Público, aparecido a finales de los años sesenta y que alcanza ya 25 ediciones, la última de 2019; en lo politológico, su ensayo La hora decisiva (1986), seguramente su trabajo intelectual más influyente, donde hace un análisis de la realidad internacional introduciendo de manera audaz ya entonces una perspectiva ecológica; y, en lo literario, La vuelta al mundo en 80 años, un primer volumen de sus memorias donde emerge en toda su fecundidad la polifacética personalidad y biografía del profesor Seara.
Hombre de enorme cultura e inagotable curiosidad –hablaba cinco idiomas y comprendía una decena-, Seara mantuvo inquebrantables convicciones democráticas a lo largo de toda su vida. Socialista en lo ideológico, militó en el antifranquismo cuando estuvo afiliado al PSOE durante más de un cuarto de siglo. En 1979 abandonó el partido, al no aprobarse en el Comité Federal su propuesta como secretario general de Galicia para que las listas electorales fueran configuradas en primarias plenamente transparentes. Se incorporó entonces al PSOE-Histórico e, inmediatamente, al Partido Socialista (PS), con el que concurrió a las elecciones generales de 1982 como cabeza de lista por Madrid. En la misma mañana electoral, retiraron el registro del partido por su posible confusión con las papeletas del PSOE, algo que siempre denunció al entender que, en aquella sopa de siglas en las que se convirtieron las primeras citas electorales democráticas, innumerables fueron los casos en los que se mezclaban los términos y denominaciones de los partidos políticos.
En todo caso, el ordo amoris o pulsión vital –por decirlo con Max Scheler- de Modesto Seara fue, la vida universitaria. Por encargo de uno de sus estudiantes en la UNAM, Heladio Ramírez López, entonces gobernador en Oaxaca, puso en marcha el Sistema de Universidades Estatales de Oaxaca (SUNEO) en 1990. En este bellísimo Estado mexicano con sierra, selva y litoral, impulsó un innovador modelo que él mismo diseñó –ya con el nuevo siglo explicó pormenorizadamente su idea de lo que debe ser y para lo que debe servir la educación superior en su obra: Un nuevo modelo de Universidad-. Pensado para la promoción del desarrollo de uno de los Estados entonces más empobrecidos de México, tras la pionera Universidad Tecnológica de la Mixteca, llegarían al SUNEO otras nueve Universidades, con sus 19 Campus que, a día de hoy, llevan a cada uno de los rincones de este Estado y a sus más de diez mil estudiantes e investigadores, ´la ambición del conocimiento y la excelencia. La eficiencia y transparencia con que Seara ha dirigido los destinos del SUNEO –con un presupuesto siempre limitado-, hicieron de este sistema una referencia de pacto de Estado en México, donde todos los gobernadores mantuvieron a Seara en el cargo de rector, respetando escrupulosamente su autonomía universitaria.
Hoy, este sistema universitario del que Seara ha sido alma y motor, es una referencia internacional. Además del proyecto educativo y cultural en el que sus estudiantes reciben una intensa formación extracurricular, que los imbuye en los clásicos de la literatura y el pensamiento de manera paralela a sus estudios oficiales, también ha desarrollado una intensa actividad investigadora. En sus cortas –para este ámbito- tres décadas de existencia, el SUNEO ha merecido diferentes premios y distinciones en ámbitos como la mecatrónica, la robótica, las tecnologías de la información, las ciencias de la salud, las ciencias empresariales o los estudios internacionales, ámbito de especialización del propio Seara que, recientemente, inauguró el Centro de Estudios Isidro Fabela en la Universidad del Mar, uno de esos diez centros universitarios del SUNEO, ubicado en uno de los rincones más bellos del planeta, las bahías de Huatulco. Allí, Modesto Seara arraigó, junto a Tere Hayna, el amor de su vida, mujer sin la cual no es comprensible cuánto el propio Seara llegó a lograr y ser.
Seara y su modelo han logrado, de esta manera, transformar radicalmente –esto es, de raíz- uno de los entornos orográfico, socioeconómico, cultural y lingüístico más complejos y diversos del planeta –hay más de una docena de realidades indígenas, con sus propias lenguas y costumbres en este Estado. No son pocos los lugareños que recuerdan que cuando se inició la aventura del SUNEO se referían a su Campus como El desierto de Seara. Sus logros visibilizan el poder transformador de la educación y la investigación, haciéndose evidente cómo la inversión presupuestaria en estos ámbitos, a la larga, es la única que resulta siempre rentable. Tal y como subtituló evocadoramente el reportaje que le dedicó The Economist, a través SUNEO, ciertamente, han llegado a Oaxaca los chapulines de la esperanza.
Seara Vázquez recibió innumerables reconocimientos como el Águila Azteca –máxima condecoración que el Gobierno de México otorga a extranjeros-, la Presidencia de Honor de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales que él mismo había fundado en 1963 o, en España, la Medalla de Honor de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) o la Medalla Castelao de la Xunta de Galicia (2011). Con todo, hoy, cuando nos acaba de dejar Modesto “El Grande”, el mayor galardón y tributo que se le puede rendir es hacer expreso el enorme vacío que nos deja, no solo a los que tuvimos el privilegio de ser sus confidentes y amigos, sino sobre todo, al mundo universitario en particular, por cuanto supo comprender, soñar y hacer realidad cómo deben ser las Universidades del siglo XXI.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS México y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este país