Fue de noche y en secreto. Las autoridades de Morelos ordenaron la apertura de al menos dos gigantescas fosas comunes en las que enterraron a decenas de personas dadas por desaparecidas. En muchos casos los cuerpos no habían recibido autopsias ni contaban con carpetas de investigación para esclarecer lo sucedido. Fueron al menos 200 personas enterradas de forma ilegal, en un proceso que demuestra la participación del Estado en el horror de violencia e impunidad que sufre México. El documental Volverte a ver, de la cineasta Carolina Corral Paredes, denuncia la responsabilidad de las fiscalías, los gobiernos locales y la Gubernatura morelense, pero también el esfuerzo de un grupo de mujeres que no han cejado por sacar al descubierto la verdad y exigir la inhumación de los cuerpos. “El Estado nos debe a nuestros hijos”, clama Tranquilina Hernández, quien busca a su hija desaparecida, y es una de las protagonistas de esta historia de horror.
La hija de Tranquilina Hernández desapareció una tarde cuando salió con su novio para acompañarlo a hacer un recado. Cuando pasó media hora de que la chica, Mireya Montiel, no regresaba, la madre le marcó a su teléfono móvil, pero estaba apagado. Entonces, decidió salir a buscarla y vio al chico, que es su vecino, sentado en una banqueta. Le preguntó por Mireya, pero dijo que él no sabía dónde estaba. Tranquilina Hernández sigue culpando, nueve años después de la desaparición de su hija, a ese hombre y a su familia. Toparse de bruces con el horror de las desapariciones en México llevó a esta madre a armarse de coraje para buscar a su hija y en el proceso adiestrarse en labores forenses. Ella se unió a colectivos de mujeres que buscan a sus seres queridos y cuando estalló el escándalo de que las autoridades de Morelos habían ordenado la creación en secreto de fosas ocultas donde enterraron a decenas de desaparecidos, ella y sus compañeras se movilizaron para exigir la apertura de las fosas e identificar cada uno de los cuerpos.
El documental muestra el trabajo de Tranquilina Hernández, Edith Hernández y Angélica Rodríguez en las fosas comunes. La cámara de la directora Corral Paredes sigue a estas mujeres, que incansables se adentran en los trabajos de exhumación con libretas en mano para tomar apuntes y datos que sirvan para identificar a las personas enterradas de forma ilegal. Son tan minuciosas en su labor, que en esas libretas intentan dibujar las prendas que los forenses encuentran: una braga, una falda escolar, una camisa, un pañuelo. Apuntan tatuajes, señas particulares, la forma en la que los cuerpos son hallados. Todo ese esfuerzo porque no confían en las autoridades, que en muchos casos borran evidencias. Un ejemplo: un cuerpo de una de las fosas estaba atado de manos y pies, pero los peritos lo desataron y tiraron las cuerdas, prueba importante para esclarecer cómo fue asesinada esa persona. Para estas tres mujeres, con acciones como esta las autoridades quieren borrar evidencias y lavarse las manos sobre los asesinatos de decenas de desaparecidos.
Una de esas fosas abiertas por las autoridades se localiza en un cementerio municipal de Jojutla, una ciudad ubicada al sur de Morelos. Tras saltar el escándalo, la fiscalía local admitió que al menos 35 cuerpos habían sido enterrados en el lugar, pero los colectivos de búsqueda de personas desaparecidas afirmaban que el número podría ser mayor. Y el horror superó todos los temores: con los trabajos de exhumación se localizaron 85 personas, en una muestra macabra de que las autoridades locales participan en las desapariciones a través de estas fosas clandestinas. Una de las denuncias que hace el documental está relacionada a la crisis forense que afecta a México. Decenas de cuerpos se acumulan en los Servicios Médicos Forenses (SEMEFOS), que no cuentan con la capacidad para atender, procesar y conservar los cadáveres, por eso, en el caso de Morelos, las autoridades tomaron la decisión de enterrar en fosas decenas de cuerpos que se acumulaban en el servicio forense.
La cámara de la directora Corral Paredes se mueve a lo largo del trabajo incansable de tres mujeres que en esa fosa recogen toda la información que sirva para identificar los cadáveres y para demostrar las fallas de las autoridades. “Es un documental que observa, a ellas en primer lugar, las buscadoras, y a los funcionarios y que nos permite darnos cuenta de qué están hechas estas mamás y de qué están hecho ellos”, dice la directora durante una presentación para la prensa del filme en la Cinetaca Nacional de Ciudad de México. “Es una cámara que observa cómo ellas analizan los cuerpos con cuidado, con amor. Es una mirada cercana a su esfuerzo, pero también que pretende honrar el archivo que ellas han creado”, agrega. Corral Paredes se interesó por esta historia porque vivía a 20 minutos de una de las fosas y porque además se había involucrado en movimientos de denuncia durante la llamada guerra contra el narco desatada por el expresidente Felipe Calderón, que dejó decenas de miles de muertes.
Su documental no solo es una denuncia, sino que una muestra de la resilencia de las mujeres que con ahínco buscan a sus desaparecidos. Además de la historia de Tranquilina Herández están la de Edith Hernández, cuyo hermano, Israel, fue secuestrado de la fábrica familiar de materiales de construcción. Y la de Angélica Rodríguez, que busca a su hija desaparecida, Viridiana. “Mi mayor fortaleza es el amor que le tengo a mi hija. El desgaste es mucho, a veces no quiero levantarme de la cama, pero el amor, el pensar en ella, el saber que nadie más la va a buscar, eso me obliga a levantarme cada día”, explica Rodríguez. A esta mujer le indigna que una década después de conocido el escándalo de estas fosas comunes ninguna autoridad de Morelos ha enfrentado procesos ante la justicia, en una muestra más del cáncer de la impunidad que carcome a México. “No hay ningún detenido, no se la imputado un delito a ninguna autoridad y esas autoridades siguen haciendo las cosas mal”, dice Rodríguez.
El documental señala directamente al fiscal del Estado en ese momento, Rodrigo Dorantes, al gobernador del Estado, Graco Ramírez, a diputadas locales y autoridades municipales. “Los delincuentes siguen afuera y nuestros hijos desaparecidos”, denuncia, indignada, Tranquilina Hernández. Estas mujeres esperan que Volverte a ver sirva para que la sociedad mexicana abra los ojos sobre la pesadilla que viven miles de personas en un país donde la guerra contra el narco dejó más de 350.000 muertos, hay 112.000 personas desaparecidas y más de 52.000 cuerpos sin identificar. El documental se estrenará el 18 de mayo en las salas de cine del país, en un esfuerzo para mantener viva la voz de denuncia de estas mujeres valientes. “No queremos que ustedes estén de este lado. El terror vive conmigo donde quiera que voy”, afirma Hernández.
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