Por si no fuera suficiente el aire dramático que mastica Argentina antes de jugarse el cuello contra México (20.00, Gol Mundial en España; las 13.00 en México y las 16.00 en Argentina), el viernes se cumplieron dos años de la muerte de Maradona. Si el mito aparece a todas horas de todos los días en el país sudamericano, esta vez con más devoción todavía. A él se le invocó con fervor en la previa de una jornada que provoca tembleques en la Albiceleste ante el abismo de una posible pronta eliminación cuando se daba por hecho que la fase de grupos solo sería un simple apeadero. “Esperemos brindarle una alegría si nos mira desde el cielo”, imploró el seleccionador, Lionel Scaloni, en la ronda infinita de recordatorios. Hasta una exposición en un hangar del aeropuerto de Doha evocó al Pelusa.
Qatar se prepara para vivir la primera noche límite del torneo. Desde el trompazo contra Arabia Saudí (1-2), los últimos días alrededor del conjunto argentino han transcurrido entre la incredulidad, la frustración y el voto de confianza en virtud de la buena racha previa (36 encuentros invicto, con título de Copa América incluido). En un país excesivo, más si cabe tras un accidente de estas dimensiones, la tregua concedida desde el entorno ha resultado significativa. Otro derrape, eso sí, no recibiría la misma respuesta. “Este grupo lo dará todo, está capacitado para levantarse. Que nunca haya duda de esto. Un traspié no puede empañar el camino”, reclamó el técnico en sala de prensa, donde no dejó de beber agua a sorbitos para pasar el trago público.
Esta prueba de carácter le llega a un equipo con hasta 19 debutantes en un Mundial, un detalle delicado y de efectos imprevisibles. Scaloni, el técnico más joven de la cita (44 años), no es uno de ellos, pero casi. Él asistió desde dentro al fracaso de Rusia 2018 (cayó en octavos contra Francia) como ayudante de Jorge Sampaoli y ahora es el encargado de dirigir el coche por el desfiladero. Pese a una larga carrera de corto (hasta los 37 años) en equipos de clase media-alta, su virginidad es pronunciada en estos trances porque su experiencia anterior en el banquillo se reduce a segundo entrenador de Argentina y el Sevilla, y preparador de la sub-20 albiceleste; y como jugador apenas acumuló siete internacionalidades y solo una en un Mundial (precisamente, contra los aztecas en los octavos de 2006; ganó 2-1 en la prórroga).
Mi mejor virtud era que siempre iba para adelante. Ahora es lo que necesito de mis jugadores
LIONEL SCALONI
Su falta de horas de vuelo le colocó el cartel de temporero en 2018, aunque eso no impidió que sus acciones subieran rápido y llegara a levantar un trofeo. Tanto que antes de viajar a Doha renovó hasta 2026; es decir, para dos Copas del Mundo. Su revalorización, simbolizada por esa gracia tan argentina como la Scaloneta, ha sido tan grande como el desafío que afronta este sábado en el estadio vasija de Lusail, el mismo del siniestro frente a Arabia Saudí. “Siempre dije que había que estar preparado para el golpe, era todo de color de rosa. Yo soy el primero que lo estaba. El tema es cómo te levantas. Yo era un patadura cuando jugaba. Mi mejor virtud era que siempre iba para adelante. Así que ahora es lo que necesito de mis jugadores, lo que quiero de ellos y luego que pase lo que tenga que pasar, que va a ser positivo”, lanzó a 24 horas del duelo.
El buen contexto que generó alrededor de Messi, cuestión siempre sensible, resultó uno de sus avales para ser considerado como una opción de futuro. Después de la crisis originada por la temprana eliminación de 2018, fue capaz de volver a seducir al astro y que se sintiera a gusto en la selección, pese a que el punto de partida personal entre ellos tampoco era el perfecto.
Contra Tata Martino
Si la cita puede comprometer el proyecto a largo plazo del entrenador de Pujato, otro patinazo enterraría casi seguramente la trayectoria mundialista de Messi (35 años) y lo dejaría sin el santo grial. Sus declaraciones en zona mixta una hora después de caer contra Arabia reclamando confianza ayudó a que la tregua alrededor del vestuario tomara cuerpo. Acusado demasiadas veces de falta de liderazgo, su salida en medio de la quiebra general fue bien recibida.
En el banquillo rival tendrá al Tata Martino, rosarino como él, que lo entrenó en el Barça (2013-14) y en Argentina (2014-16), y que también está necesitado (empató contra Polonia). Y, por si faltaba algún simbolismo, este sábado el del PSG igualará los 21 choques mundialistas de Maradona. Encontrarle en el campo es una de las cuestiones a resolver respecto al martes, cuando hubo más pases entre centrales y medios que para conectar con él. Se esperan cambios en el once de un equipo que todavía no ha dado con la tecla del sustituto del lesionado Lo Celso, el jugador que cerraba una medular al servicio de La Pulga y, además, próximo en el camerino a la estrella. En un grupo con tanto novato en un Mundial, la noche también mirará a gente baqueteada como Di María y Nicolás Otamendi (34 años ambos). Ellos también están en su última estación.
Argentina no cae en una fase de grupos desde Corea y Japón 2002 y no perdía un primer encuentro desde Italia 90 (1-0 frente a Camerún). Entonces, la ira del seleccionador Carlos Bilardo dio lugar a una de sus salidas más recordadas: amenazó a los jugadores con “tirar el avión” si eran eliminados en la primera fase. Llegaron a la final (y la perdieron contra Alemania).
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