Traición (Treason en su título original) es una serie de cinco capítulos que ofrece Netflix. Una trama en torno al mundo de los servicios de inteligencia británicos, el MI6, tan divulgado por John le Carré, uno de los grandes maestros de la narrativa, y que tanto juego ha dado en las series televisivas y largometrajes.
Y lo primero que hay que señalar es que Matt Charman, su guionista, poco tiene que ver con Le Carré, si bien es verdad que el que suscribe nada tiene que ver con Gabriel García Márquez. Pero la diferencia entre los dos primeros repercute en los espectadores: los capítulos iniciales son confusos. El mundo de los espías, eso creemos, se basa en la opacidad, pero si se trata de narrar una historia sobre él, conviene que quien la contempla la entienda.
La serie protagonizada por Charlie Cox, Oona Chaplin, Olga Kurylenko y Ciarán Hinds, mejora en los últimos capítulos: la confusa trama inicial se va ordenando en aras de una acción creciente en la que la CIA, el MI6 y los agentes rusos se comportan como suponemos deben comportarse, es decir, que los fines justifican los medios. Intrigas, asesinatos, envenenamientos… nada nuevo. Baste recordar el caso de Alexander Litvinenko, un antiguo miembro de los servicios de inteligencia rusos envenenado en 2006 con polonio a través de un té contaminado que tomó en un céntrico hotel de Londres. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos consideró a Rusia responsable del asesinato. Diez años más tarde, una investigación pública británica concluyó que el asesinato fue “probablemente aprobado” por el presidente ruso Vladimir Putin. Naturalmente, tiempo después se realizó una serie sobre el caso protagonizada por David Tennant. Está claro que si no inspiras una serie, no eres nadie.
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