La ciudad de Detroit amaneció el sábado cubierta por una espesa niebla, cuyo manto se esfumó más o menos a la hora en la que comenzó el mitin que Barack Obama ofreció en apoyo de la gobernadora Gretchen Whitmer y otros líderes demócratas locales a 10 días de las elecciones legislativas en Estados Unidos. Así que resultó difícil no recurrir a la analogía meteorológica ante los sombríos presagios de su partido, que se juega el control del Senado y el Congreso en Washington, y el rayo de esperanza que vino a proyectar entre los suyos el expresidente (2009-2017) en cuatro Estados decisivos: Georgia, Míchigan, Milwaukee y Nevada.
Obama habló ante una audiencia enfervorecida de unas tres mil personas en la cancha de baloncesto del Instituto Renaissance, en el noroeste de Detroit, a las que pidió una cosa por encima de las demás: que voten, especialmente, los miembros de la comunidad negra. Pero, sobre todo, les pidió que no se despisten y lo hagan por los demócratas: un sondeo del diario USA Today fijó en un 21% el porcentaje de afroamericanos que se inclinan a escoger republicano esta vez en las urnas, frente al 12% de 2020.
“¿Quién luchará por vosotros? ¿Quién estará de vuestro lado?”, preguntó al público, mayoritariamente negro y joven, que se había registrado para participar en el mitin celebrado entre extraordinarias medidas de seguridad. “Los demócratas tienen planes reales”, añadió Obama. Sus simpatizantes lo esperaron durante cuatro horas, de punta en blanco y entretenidos por la música de la Mighty Phoenix Marching Band y por una selección de canciones, de Stevie Wonder a Marvin Gaye, que se situó en el extremo opuesto de la banda sonora de los mítines de Donald Trump. Tuvieron que armarse también de paciencia: antes del plato fuerte se sirvieron una docena de discursos.
Los políticos conservadores, dijo Obama, andan demasiado obsesionados con “coartar vuestras libertades” y con “conseguir la aprobación de Trump”. “Esa parece ser su agenda”, continuó. “No están, al menos actualmente, interesados en resolver problemas. Les mueve enfadar a la gente y encontrar a alguien a quien culpar de los problemas. Porque de esa manera creen que no os daréis cuenta, que os distraeréis del hecho de que en realidad carecen de soluciones”.
Obama recordó otros tiempos, “en los que ambas partes podían sentarse y hablar”. Y pintó una situación límite: “En estas elecciones nos jugamos la democracia”, dijo, en referencia a la gran cantidad de candidatos que no aceptan el resultado de las elecciones presidenciales de 2020 (este Estado fue una zona cero de esa batalla) y que se postulan para cargos clave en Michigan.
En el haber demócrata, Obama anotó el impulso de la leyes de infraestructura y de reducción de la inflación, que, entre otras cosas, ha recortado el coste de las recetas y protegido la atención médica.”[La gobernadora Whitmer está] centrada en los fundamentos: buenos trabajos, reducir los costes, mejorar las escuelas y arreglar las malditas carreteras [este último, todo un problema de Estado en la baqueteada Detroit]”, sentenció.
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¿Tan reales como el latigazo de una economía que ha puesto en serios aprietos al bolsillo de los estadounidenses? El expresidente prefirió definir mejor esa puntada como “global”. Es parte de “un sufrimiento que nos dejó la pandemia que causó estragos en las cadenas de suministro” y que la guerra de Ucrania no ha hecho sino agravar, sobre todo en lo tocante a los precios de la gasolina.
Obama subió en mangas de camisa al estrado y se comportó como un orador carismático sin esfuerzo, que coqueteó con las mujeres del público, habló de deportes y de cine, se mofó de sus contrincantes y se zafó con elegancia de un embarazoso incidente al principio de su discurso de 50 minutos, cuando alguien arrancó a gritar una protesta que se hizo inaudible entre los gritos de “sáquenlo de aquí” de los simpatizantes del expresidente. En ese momento, este estaba hablando sobre la polarización política en Estados Unidos a la luz del ataque del viernes al marido de Nancy Pelosi, Paul Pelosi. Este tuvo que ser intervenido de una fractura craneal tras la agresión en su casa de un fanático con un martillo que llegó en busca de la presidenta de la Cámara de Representantes. “Ves”, le dijo Obama al tipo que lo interpeló. “Eso que acabas de hacer, interrumpir a quien está en el uso de la palabra, va en contra de las reglas básicas del civismo, las mismas que se están perdiendo en este país”.
Otro de los temas estrella de la intervención del expresidente en Detroit, y de las elecciones en Míchigan, fue el derecho al aborto. La libertad reproductiva de las mujeres también se cita aquí el 8 de noviembre en las urnas. Se vota la iniciativa legislativa popular Propuesta 3 (que contó con el apoyo de más de 700.000 firmas), que prevé blindar constitucionalmente el derecho a decidir de las mujeres, y evitar que entre en vigor una ley de 1931 que está en el código de Míchigan.
La derogación por parte del Tribunal Supremo el pasado mes de junio del precedente del fallo Roe contra Wade dio vía libre para la aplicación de esa norma, que la gobernadora Whitmer tiene bloqueada. El aborto es también uno de los temas que más distingue su programa del de su contrincante, Tudor Dixon, que defiende su prohibición hasta en los casos de incesto, violación y riesgo para la salud de la madre. “Esa ley prevé mandar a los médicos y enfermeras a la cárcel. Tenemos que estar de acuerdo en que las mujeres deben tener el control sobre sus cuerpos, en conversación con sus doctores, sin intervenciones políticas”, lanzó Obama.
Antes del comienzo del mitin, ese fue uno de los asuntos que entretuvieron las conversaciones de los que aguardaban a su inicio. “Los republicanos siempre se desviven por coartar los derechos de las mujeres. Y créame, sé de lo que hablo: luché en los setenta por la misma causa que ahora”, dijo Susan Clane, que portaba una pancarta escrita a mano en favor de la libertad reproductiva. Elaine Taylor, de 22 años, estaba en la “escuela elemental” cuando Obama resultó elegido y recuerda que fue maravilloso “despertar al activismo político con un presidente negro en la Casa Blanca”. “Creo que el aborto será determinante”, declaró. “La inflación va y viene, pero si empiezas a perder derechos eso es el principio del autoritarismo”.
El día anterior, Obama estuvo en Atlanta, donde hizo campaña en favor de la candidata a gobernadora Stacey Abrams y de Raphael Warnock, pastor protestante que quiere renovar su puesto como senador en Washington. Su contrincante es la exestrella de fútbol americano Herschel Walker, al que Obama definió como “otro famoso que se mete en política” ―”y ya sabemos lo mal que puede llegar a salir eso”, añadió, aludiendo a Trump―. “Pasar del tema no es una opción”, advirtió el expresidente. “La desesperación tampoco lo es. La única forma de hacer que esta economía sea justa es que todos nosotros luchemos por ella”, dijo para animar el voto, cuya emisión por adelantado empezó el pasado 17 de octubre y está batiendo récords en Georgia.
Obama terminó su sábado repitiendo en Milwaukee, la ciudad más poblada de Wisconsin, partes del discurso de la mañana (“no quiero oír vuestros abucheos, quiero oír cómo votáis”). Wisconsin es otro Estado en el que la lucha por el Senado, que enfrenta al joven Mandela Barnes con el veterano republicano Ron Johnson en una campaña sin cuartel, es crucial. El martes lo esperan en Nevada, donde también está en juego el futuro de la Cámara alta estadounidense.
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