Pasta con miso, mantequilla y queso

¿Es posible mejorar la perfección? Esto me preguntaba yo hace un par de años leyendo en el New York Times la vuelta de tuerca que daba Alexa Weibel a la clásica pasta con queso y mantequilla de los hogares italianos. “Probar para creer” es mi lema, así que me metí en la cocina, dispuesta a sacrificar mi querido Parmigiano en esta mezcla que haría revolver en su tumba al mismo Pellegrino Artusi.

Si estoy aquí contándote esta receta habrás ya imaginado que el resultado fue bueno. Qué digo, bueno: hay un antes y un después en mi vida, ahora cuento el tiempo en AM y PM: antes del miso y después del miso. Pero ¿qué es la pasta con queso y mantequilla?

La pasta burro e Parmigiano

En el recetario básico italiano hay dos platos para cuando tienes prisa, o no tienes ganas de cocinar, o estás un poco malito, o quieres satisfacción inmediata con poco esfuerzo. Uno es la pasta con ajo, aceite y guindilla -que se presta más a las prisas o a una cena improvisada de medianoche. El otro es la pasta con burro (mantequilla) y Parmigiano, amado por niños y mayores a partes iguales y que en algunas regiones olvidadas por la gracia del Dios de la mantequilla se hace con aceite de oliva.

La pasta burro e parmigiano es una certeza, una caricia para el alma. Mientras se cocina la pasta vas rallando el queso, cortas un poco de mantequilla en el plato —con 20 gramos será suficiente—, luego añades la pasta para que derrita la mantequilla y añades el queso para que absorba y a la vez se deshaga en la grasa. Como en todas las recetas sencillas, la calidad de los ingredientes hace una gran diferencia, así que usa los mejores que puedas permitirte.

Qué aporta el miso

Quizás pienses que el miso —salado, dulce, umami— se cargue un plato ya bastante sabroso como este. Ocurre exactamente lo contrario: el miso arropa la mantequilla y el queso y hace de puente: su umami y su dulzura se funden con el Parmigiano y abrazan la untuosidad de la mantequilla. El resultado es un plato más equilibrado, con matices más complejos. Tiene un único fallo: te apetecerá comer más. El miso blanco, más delicado, se presta particularmente bien: te irá bien el del supermercado asiático, pero si quieres una experiencia estratosférica prueba el Saikyo Miso de Ma! Condiments.

Dificultad

Es calentar y remover, de verdad que no puede ser más fácil.

Ingredientes

Para 4 personas

  • 500 g de spaghetti
  • 80 g de mantequilla
  • 100 g de Parmigiano Reggiano o Grana Padano rallado fino
  • 50 g de miso blanco
  • 1 hoja de alga nori (para acabar el plato, opcional)

Preparación

  1. Poner a hervir abundante agua para cocer la pasta. Añadir la sal (unos ocho gramos por litro), echar la pasta y poner un temporizador para cocerla un minuto menos de lo que indica la confección.

  2. Mientras el agua hierve, en un cazo poner la mantequilla cortada y el miso. Calentar para que la mantequilla se derrita e incorporar con el miso.

  3. Rallar el queso, si no estaba ya rallado, y cortar en juliana fina el alga nori si se va a utilizar.

  4. Cuando la pasta esté casi hecha, sacar un cazo lleno del agua de cocción y añadirla a la mezcla de mantequilla y miso.

  5. Escurrir la pasta, devolverla a su olla, añadir la mezcla de mantequilla y miso y mezclar bien.

  6. Añadir el queso rallado y seguir removiendo hasta que esté bien mezclado y se haya formado una deliciosa cremita. Servir la pasta, si se quiere, con el alga picada.

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