Los caracoles salen cuando llueve porque necesitan unas condiciones de humedad muy altas para poder sobrevivir. La concha los protege de los depredadores y les ayuda a conservar la humedad de su cuerpo. Estos animales huyen de las temperaturas extremas. Cuando el tiempo es muy seco, se entierran, incluso hasta a dos metros de profundidad, o se ocultan bajo rocas u hojas, en zonas resguardas cerca de ríos o charcos, siempre en lugares donde se sientan protegidos de la falta de agua. Esta misma conducta la llevan a cabo durante el invierno.
Los caracoles se desplazan sobre una estructura muscular llamada pie, que está repleto de glándulas mucosas que segregan lo que conocemos como baba. Esta mucosidad es la que les permite moverse. Cuanto menos seco sea el sustrato por el que se mueven, más fácil es para ellos el desplazamiento. Si hay poca humedad, la mucosa se va secando y llega un momento en el que no se pueden mover y eso puede provocar su muerte. Esta sequía que estamos viviendo en España, por ejemplo, les afecta mucho. De hecho, los caracoles terrestres son de los animales más afectados por ella.
Cuando llueve pueden desplazarse más fácilmente, lo que les permite llegar a los sitios donde encuentran alimento y realizar otras funciones fisiológicas como el apareamiento y la reproducción. Además, los caracoles son ovíparos y normalmente entierran sus huevos, por lo que necesitan que el sustrato esté húmedo y blando.
Pero realmente los caracoles no suelen salir en el momento en el que está lloviendo, sino después, ya que las gotas de lluvia pueden hacerles daño al impactar sobre su cuerpo y su concha. Tampoco salen si hay demasiada agua porque tampoco pueden moverse fácilmente en un terreno encharcado y se pueden ahogar. Una situación óptima para ellos es cuando el ambiente tiene una humedad relativa de entre el 80 y 90%. Sus horas del día preferidas para salir son las del amanecer y el anochecer porque son los momentos del día en los que hay menor insolación.
Cuando las condiciones ambientales son poco favorables, los caracoles buscan refugio dentro de su concha y cierran su abertura con el epifragma, que es una lámina mucosa endurecida. Esto les ayuda a mantener la humedad y también a protegerse de la entrada de depredadores. En este estado pueden resistir mucho tiempo, durante el que no necesitan comer porque su metabolismo es muy lento y no gastan energía. En el caso de las babosas, que tienen conchas muy pequeñas o carecen de ellas, se entierran, se refugian en grietas en la madera o en las rocas o se protegen en zonas cercanas al agua.
Lola Bragado Álvarez es bióloga y conservadora de la colección de moluscos del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC)
Pregunta enviada por Ruth Lazkoz.
Coordinación y redacción: Victoria Toro
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