Por suerte o por desgracia, la gente ya no podrá meterse en una jaula de barrotes muy separados entre sí, en un mar infestado de tiburones blancos. La Comisión Nacional de Áreas Protegidas ha emitido esta nueva norma para proteger a los turistas y a las especies que estos se fascinan observando. “Se suspenden las actividades turísticas relacionadas con el tiburón blanco” en la Isla de Guadalupe, ese pequeño terruño a 260 kilómetros de Baja California que desde principios de siglo se ha convertido en uno de los mejores lugares del mundo —y el único de México— en los que observar al tiburón más grande del océano.
La prohibición busca eliminar “las malas prácticas que pusieron en riesgo a esta especie por el uso de atrayentes y jaulas de observación”. En 2016 y 2019 el mundo marino de la Isla de Guadalupe vivió dos malas experiencias que involucraban visitas turísticas de tiburón blanco, que se considera especie amenazada, en jaulas. En la primera, un ejemplar de este animal, que puede llegar a los cinco metros de largo, impacta contra una jaula por el cebo, lanzando previamente para atraer su atención. En el forcejeo, el tiburón consigue atravesar los barrotes, agarrar el cebo que se había quedado en el interior y salir por la parte superior. En el vídeo que circula en internet, se puede ver las heridas que muestra el animal en la zona de las branquias y en el abdomen.
Pese a que existe un manual de buenas prácticas para la observación del tiburón blanco en jaula para la Isla de Guadalupe, las empresas turísticas no cumplen estas condiciones. En muchos casos, la distancia entre barrotes es más amplia de lo permitido. Además, el manual prohíbe echar cebo al agua para atraer a los tiburones, pero algunas empresas también se saltan esta norma en caso de que los tiburones no se encuentren lo suficientemente cerca de las jaulas. La prohibición de las jaulas pretende frenar el negocio, aunque próspero, de observación animal en la Isla de Guadalupe, para así “garantizar la integridad de los pescadores locales y que la vida silvestre continúe con sus ciclos de vida sin alteraciones como ruido por el tránsito de embarcaciones, contaminación, interacción humana o introducción de especies invasoras”.
Otro incidente avivó las protestas para la prohibición en 2019. Un ejemplar de 3,5 metros de longitud se quedó atrapado entre los barrotes de una jaula. El tiburón estuvo inmovilizado entre los metales durante más de veinte minutos y cuando le quisieron liberar ya estaba muerto y se hundió hasta el fondo del mar. El activista Arturo Islas denunció públicamente que la embarcación siguió operando con normalidad al día siguiente del evento y el resto de la temporada, sin recibir sanción ni suspensión alguna.
La Isla de Guadalupe, de apenas 92 habitantes, es un Área Natural Protegida que lleva trabajando en labores de conservación de su fauna y su flora durante más de 15 años. Se le concedió ese título por su alta biodiversidad y condiciones geográficas. Allí conviven mamíferos marinos como el delfín de nariz botella, el lobo marino de California, el lobo fino autóctono de Isla Guadalupe, el elefante marino o especies de aves como el albatros de Laysan. El programa para una área de este tipo se actualiza cada cinco años, y el último informe considera que entre 2016 y 2021 se ha observado un aumento en el número de malas prácticas por parte de barcos turísticos, lo que ha llevado a prohibir esta actividad.
Durante los últimos años, estas empresas turísticas han proliferado especialmente gracias a personas venidas de Estados Unidos con ganas de ver tiburones blancos en la isla. Un día buceando con tiburones cuesta unos 4.300 pesos (unos 230 dólares) en las agencias más famosas para embarcarse en estas aventuras. “Vive la experiencia única e inigualable de estar frente a frente con el increíble tiburón blanco”, se lee en una de las páginas que ofertan estas visitas. Las únicas alternativas para ver animales de este tipo son Sudáfrica y Australia, lugares en los que además de estar lejos, su agua no es tan clara como la de la Isla de Guadalupe. Allí han sido reconocidos 228 tiburones, y para poder verlos de cerca hay que tener certificado de buceo. Las embarcaciones identifican los tiburones con los que han estado ese día. “Si saliste con un tiburón blanco aún no catalogado, los derechos de nombre son todo tuyos”, dice la página web.
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