Dos ejemplos del buen hacer de las series británicas: Rain Dogs y la tercera temporada de Todas las criaturas grandes y pequeñas. Dos formas de entender el entretenimiento con un denominador común, la calidad, y una diferencia notable: en la primera de ellas se muestra una realidad desgarradora, la de una madre soltera y su hija preadolescente que forman ya parte de ese inmenso batallón de los desheredados de la tierra cuyo destino más evidentes es el de ir dando tumbos de un agujero a otro.
En la segunda de las citadas, el ambiente rural roza lo idílico, la gente es amable y el paisaje como corresponde al que los británicos llaman su “beautiful and green country.” Mucha cerveza, mucho ganado y alguna pequeña mezquindad. Nada nuevo en una serie de veterinarios.
Rain Dogs es heredera directa los “jóvenes airados”. Comparte con los John Osborne, Alan Sillitoe, Karel Reisz o Tony Richardson de mediados del siglo pasado, esa mirada crítica sobre un sistema que cada vez redistribuye la pobreza con mayor y mejor eficacia. Ocho capítulos con guion de Cash Carraway, con una espléndida Daisy May Cooper como protagonista y que ofrece HBO Max. Son los nuevos parias de la tierra con el agravante de vivir en un país rico, donde la opulencia está en los escaparates y la pobreza en los bolsillos.
En Todas las criaturas grandes y pequeñas (Filmin y Movistar Plus+), con guion de James Herriot, Lisa Holdsworth y Ben Vanstone, los expertos remiten a Los Durrell quizá porque todo fluye sin grandes dramas, los jóvenes no son airados y, además, hay un actor que interviene en las dos: Callum Woodhouse, el Leslie de los Durrell. La campiña de Yorkshire pone el resto.
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