Tal como cuando se conocieron a fines de los años noventa en Santiago de Chile, los poetas Raúl Zurita (Santiago, 73 años) y Luis García Montero (Granada, 64), se han reunido nuevamente en esta ciudad del sur del mundo. Su saludo, su abrazo cálido, evidencian que no han dejado de hablar ni de leerse. Pero, aun así, tienen mucho contarse. “Yo lo quiero mucho. Es de esos amigos que se cruzan como destino”, dice Zurita, Premio Nacional de Literatura (2000) y Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2020), columnista de EL PAIS, en una entrevista que ambos otorgaron a este periódico en la residencia del embajador de España en Chile, en la zona oriente de la ciudad.
La primera vez que se vieron, en una lectura de poemas, García Montero, director del Instituto Cervantes desde 2018, ya había recibido en España el Premio Nacional de Literatura 1994 por su libro Habitaciones separadas. “Cuando conocí a Raúl tuve una emoción especial. Para mí representa mucho como poeta, pero también como referente cívico”, dice el escritor. “Yo nací en medio de una dictadura franquista, y empecé a escribir en los años de la transición democrática. Eso me unió, inevitablemente, a Latinoamérica y a los procesos que se vivían en Argentina y Chile. Raúl era un referente de la lucha democrática y de la conciencia social. Se unieron esas dos cosas que son inseparables en la poesía chilena, porque Pablo Neruda ha sido un referente fundamental para nosotros, pero inseparable también en la poesía que ha tejido la actualidad”, agrega el español.
Esa actualidad que refiere García Montero hoy va desde la preocupación que ambos tienen por los migrantes y refugiados, al proceso social y político que vive Chile desde que, hace poco más de un año, asumió el Gobierno el presidente de izquierdas Gabriel Boric.
“A Boric lo apoyaré siempre. Es un hombre bueno”, dice Zurita. Su amigo lo escucha atento, y le dice que sabe que el mandatario es lector de poesía. “Sí. Y esa es una gran cosa. Ya es una razón para amarlo”, responde el chileno, autor de libros como Purgatorio (1979), Anteparaíso (1982) y Canto a su amor desaparecido (1985).
García Montero, aunque lo intenta, no logra guardarse otro comentario: “Estoy en la dirección del Instituto Cervantes, y tengo que aprender a morderme la lengua y no opinar sobre lo que no me llama. Pero no me resisto a decir que en el panorama del mundo y de América Latina, el futuro político de Chile que representa Boric es muy importante para todos nosotros”.
Un poema para Zurita
Luis García Montero viajó a Chile para ser investido como doctor honoris causa por la Pontifica Universidad Católica de Valparaíso, uno de los centros de estudios más destacados del país. Pero también aterrizó para ofrecer un recital de poesía, el pasado 20 de abril, en el Centro Cultural de España en Santiago junto a Zurita, la poeta chilena Elvira Hernández y el español Martín López Vega.
Fue sobre ese escenario que dedicó Adán y Eva a Zurita, un poema que, cuenta García Montero a EL PAÍS, nació por un correo electrónico que el chileno le envió en 2017. Lo hizo después de leer un artículo suyo, Adán y Eva refugiados. “‘Oye, cómo me ha emocionado este artículo’”, decía el mensaje. “Yo le di las gracias. Y pensé que, si a Raúl le ha gustado, pues lo que tengo que hacer es convertirlo en poema”.
Cuatro años después, en 2021, García Montero publicó el libro No puedes ser así (breve historia del mundo), donde aparece Adán y Eva. “Admirado, una maravilla”, dice Zurita sobre el texto. “El poema y el artículo te toca lo más devastador y, al mismo tiempo, lo más luminoso de los seres humanos en su encuentro, en su abrazo, en su complicidad. Es como la poesía de Luis: esto que como que uno fuera partidario del dolor, pero, en realidad, está todo tan mezclado. Por supuesto que, si no tuviéramos grandes, inmensas, infinitas alegrías en este mundo, no sé cómo estaríamos vivos”.
La esperanza
Se ve que los poetas tienen mucho que contarse. Zurita, por ejemplo, se declara todavía golpeado por el resultado del referéndum chileno de octubre de 2022, en el que un 62% rechazó la Constitución que reemplazaría la de 1980 nacida en la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). “El plebiscito fue algo totalmente desbalanceado. Pero bueno, también he tenido muchas alegrías en este país, como estar acá con Luis. La alegría de los encuentros, la alegría de partir de nuevo, la dificultad de partir de nuevo”, dice. “Yo soy una especie de militante de la esperanza, finalmente. Trato con lo que puedo. Y hay algo que persiste con espíritu libertario”, agrega el poeta chileno.
García Montero le ha traído a Chile su último libro, Un año y tres meses, el poemario que publicó después de la muerte de su esposa, la escritora Almudena Grandes, en noviembre de 2021. “Cuando uno se queda con la desolación y ese vacío, y no encuentra respuesta a lo que ocurre, nosotros no tenemos otro camino que el de la poesía para intentar interpelarnos”, le cuenta a Zurita.
“Impresionante”, le dice su amigo poeta tras un silencio casi imperceptible. “Cuando se nos va alguien es tan simple, porque todos nos vamos. Pero cuando se nos va a alguien, no hay respuesta para eso. Pero de ahí vamos naciendo cada vez. Cada uno es el último hombre que habita en la tierra, y es porque va a ver a alguien morir, y después le va a tocar a uno, pero uno no lo va a saber. En fin, fuerza, coraje. Sobre todo, dárselo uno mismo también, porque estamos en un mundo complicado, difícil. Pero mientras existan los Luis García Montero, se hace un poco más fácil todo. El mundo está mejor contigo”, reflexiona Zurita.
El poeta español piensa que una de las características de la mirada de su amigo Raúl consiste en “convertir una realidad trágica en un motivo de esperanza y alegría”. “Y a mí me recuerda un poco también la manera de ser que tenía Almudena, cuando decía que le interesaba la alegría, que no cerraba los ojos ante la realidad, sino que se convertía en una forma de resistencia. Y bueno, ahí estamos”, le dice el poeta español a su amigo chileno, reunidos por EL PAIS en una tarde de otoño.