En la Fórmula 1, la inversión es importante pero no necesariamente lleva hasta la victoria. De ser así, Ferrari no arrastraría una sequía de 15 años sin celebrar un título, de la misma forma que hubiera sido imposible que BrawnGP se coronara en 2009 (Jenson Button), tras comprar, por una libra esterlina, las instalaciones que Honda tenía en Brackley (Gran Bretaña) y que ahora maneja Mercedes. Al margen de la inyección de dinero existen otros elementos a tener en cuenta para calibrar el potencial de un equipo y afinar en sus expectativas ante un nuevo campeonato.
A falta de una semana para que el Mundial arranque en Baréin, todos los indicativos que proyecta Red Bull asustan. Sobre todo, a la competencia. Durante las tres únicas jornadas de ensayos de pretemporada que ayer terminó en el circuito de Sakhir, la escudería energética ha dejado claro que su RB19 es el coche más rápido de todos, y también el que es capaz de mantener el ritmo más alto y constante en las tandas largas de vueltas. En esa misma ecuación, el nivel de pilotaje de Max Verstappen no solo iguala el del coche que conduce, sino que, como se hizo evidente en 2022, incluso llega a superarlo.
Lo que ha hecho Red Bull en las dos últimas temporadas es extraordinario. Independientemente de la polémica que envolvió la resolución de la contienda en 2021, aquel título ganado a Mercedes probablemente provoque más satisfacción que el logrado el curso pasado. Básicamente, porque la estructura de Milton Keynes (Gran Bretaña) fue capaz de poner fin a la inercia triunfante impuesta por la marca de la estrella desde la introducción de la tecnología híbrida, en 2014. Romper esa tendencia en el último año de un reglamento que en 2022 se meneó más que nunca, tiene un valor tremendo. Que Red Bull fuera capaz de volver a ganar en el nuevo marco normativo ya es la repera, así que todo lleva a pensar que esa deriva se mantendrá también en un 2023 sin apenas cambios. Al menos en Baréin, donde Verstappen lideró la tabla de tiempos el jueves y Checo Pérez el sábado, esa es la película que se hacen en la mayoría de los talleres.
“El nuevo coche supone indudablemente un paso adelante respecto del anterior, que nació muy condicionado por el sobrepeso, que lo hacía muy perezoso en la entrada de las curvas”, resumió el actual campeón, que el último día le cedió el volante a su vecino de taller. “Ahora hemos hecho un ejercicio de continuidad, con cosas nuevas que llegarán pronto”, añadió Mad Max, que prefirió no hacer ningún ranking sobre el estado de las escuderías, para no arriesgarse a quedar con las vergüenzas al aire el próximo fin de semana. “Es difícil de decir. Yo creo que es más importante centrarnos en nosotros, y decir que estamos muy contentos con el trabajo que estamos haciendo”, remachó el holandés.
Aunque Verstappen no quiera hacer una radiografía de cómo está cada equipo a siete días para la formación de la primera parrilla de salida, el cronómetro ha hecho la suya en Sakhir. Si colocamos a Red Bull en una dimensión teóricamente inalcanzable para el resto, el papel de principal perseguidor se lo deberían disputar Ferrari y Mercedes, en una secuela de aquello que se vio en 2022. La estructura de la estrella tuvo un paso por Baréin más movido de lo que hubiera deseado, y su posición es todavía una incógnita. Especialmente después del viernes, cuando un problema hidráulico impidió que George Russell completara las últimas dos horas de actividad. A pesar de eso, Lewis Hamilton finalizó con el segundo mejor tiempo absoluto, a menos de cuatro décimas de Pérez. Tampoco es fácil definir con rotundidad en qué punto se encuentra la Scuderia, casi más centrada en no pifiarla que en crecer. Charles Leclerc concluyó el cuarto, a siete décimas de la cabeza y 12 milésimas por delante de Carlos Sainz, el quinto. Del resto, la mayoría destaca el salto de calidad de Aston Martin, que debería permitir a Fernando Alonso pelear por terminar entre los seis primeros. “El año pasado, Aston Martin se peleó con el coche la mayor parte del tiempo. Ahora, el 95% del monoplaza es nuevo, así que necesitamos tiempo”, convino el asturiano, décimo, a poco más de un segundo del primero.
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