Boris Johnson se ha dado de bruces con la cruda realidad. A lo largo de un frenético fin de semana en el que a duras penas ha logrado recabar los 100 avales de compañeros diputados, para poder presentarse a las primarias —ha logrado 102, asegura—, ha tenido tiempo de recapacitar, y de entender que ya no despertaba entre los suyos el entusiasmo de hace tres años. El ex primer ministro ha anunciado a última hora del domingo que se retiraba de la batalla por el liderazgo del Partido Conservador, y renunciaba por tanto -de momento- al sueño de regresar a Downing Street.
“Simplemente, no sería lo correcto”, ha dicho en un comunicado. “No se puede gobernar de un modo eficaz si no tienes detrás de ti a un grupo parlamentario unido”, ha admitido Johnson, al comprobar que casi dos terceras partes de los 357 diputados conservadores rechazaban respaldarle, y la mayoría de las figuras relevantes del partido se inclinaban por el exministro de Economía, Rishi Sunak.
“Me atraía la idea de regresar, porque ya lideré a nuestro partido para lograr una victoria electoral enorme hace tres años, y creo que soy el más capacitado para evitar ahora unas nuevas elecciones”, ha explicado Johnson. “Creo que puedo lograr una nueva victoria para los conservadores en 2024. Puedo confirmar que ya he logrado 102 avales, y podría presentar mañana [este lunes] mi candidatura”, aseguraba en un comunicado para salvar la cara y reservar opciones futuras. Johnson ha preferido jugar la baza de estadista, antes que la de provocar una guerra civil entre los tories que podría haber terminado de fracturar definitivamente al partido.
Esta vez, Sunak había preferido no ser el primero en dar el paso, sino el que más apoyos tenía al darlo. El exministro anunció a primera hora de este domingo oficialmente que aspiraba de nuevo a liderar el Partido Conservador, sumido en una profunda crisis después del breve y catastrófico mandato de Liz Truss en Downing Street. “La decisión que tome hoy nuestro partido será la que determine que la próxima generación de británicos tenga más oportunidades que su predecesora”, ha dicho Sunak en un comunicado. “Por eso me presento para liderar el Partido Conservador y para ser el próximo primer ministro. Quiero enderezar la economía, unir al partido y cumplir con nuestros compromisos con el país”. Disponía ya, en el momento del anuncio, al menos de 150 avales, con nombres y apellidos, a su candidatura.
Sin nombrar a quien durante todo el fin de semana parecía que iba a ser su gran rival, y durante tres años fue su jefe, Johnson, Sunak ha lanzado un ataque directo al legado del ex primer ministro: “Traeré integridad, profesionalidad y responsabilidad en cada nivel del Gobierno que lidere, y trabajaré día y noche por cumplir con la tarea”, ha asegurado.
Mientras Johnson, que regresaba precipitadamente este sábado a Londres de unas vacaciones caribeñas jaleado por sus hinchas para dar la batalla política, todavía intentaba desesperadamente lograr los 100 avales de diputados exigidos para poder presentarse a las primarias, Sunak ha visto cómo en las últimas horas se aceleraba exponencialmente el ritmo de sus apoyos. Figuras notables del partido, y, sorprendentemente, personajes muy relevantes de la corriente euroescéptica que un día respaldó a Johnson, se han volcado con la candidatura del exministro de Economía.
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Steve Baker, el actual ministro para Irlanda del Norte, ha dado a Johnson el aldabonazo definitivo de la corriente anti-UE del partido. “Su vuelta sería un desastre garantizado”, ha dicho Baker en Sky News. “Voy a apoyar a Sunak, porque es el único que puede poner en marcha un Gobierno competente, capaz, y profesional”, anunciaba quien fue durante tiempo el presidente del European Research Group, la poderosa corriente euroescéptica del grupo parlamentario conservador. Antes que Baker, otros brexiteros de peso como David Frost, David Davis, Dominic Raab, Steve Barclay o Kemi Badenoch habían expresado su apoyo al exministro de Economía.
La última en hacerlo era la exministra del Interior Suella Braverman, que con su dimisión de la semana pasada provocó la caída acelerada de Truss. La ex abogada general del Estado, que contribuyó a sostener con sus informes jurídicos gran parte de las consecuencias políticas del Brexit —el endurecimiento de la política migratoria o el desguace del protocolo de Irlanda del Norte— era una de las favoritas del ala derecha de los conservadores. Su apoyo a Sunak suponía un golpe doloroso y casi definitivo para Johnson.
Sunak no solo consolidó una imagen seria y eficaz con las medidas económicas que desplegó durante la pandemia. El exministro de Economía, que compitió contra Truss en la fase final de las primarias del pasado verano, ya anticipó el desastre que supondrían las recetas de su rival, especialmente la rebaja de impuestos, en un momento tan delicado como el actual, con una inflación galopante y elevados tipos de interés. Acertó en todo, y eso ha consolidado su reputación de candidato serio y fiable, en un momento de crisis existencial de los conservadores. Las encuestas dan ventajas superiores a los 30 puntos porcentuales a la oposición laborista, y vaticinan el hundimiento de los tories.
Medio centenar de avales para Johnson
En las últimas horas, ha trascendido la reunión cara a cara que mantuvieron este sábado Johnson y Sunak, de la que ninguno de los bandos ha informado y de la que, evidentemente, no salió ningún acuerdo. Parte del partido y de los medios conservadores imploraban por un pacto Johnson-Sunak que evitara una guerra civil en la formación, pero el intento de consenso sonaba más a maniobra desesperada del ex primer ministro que a una verdadera voluntad de lograr la paz.
A primera hora de este domingo, la agencia PA informaba de que Johnson también había contactado con la candidata Penny Mordaunt. Aunque fue la primera en anunciar oficialmente su esfuerzo por hacerse con el liderazgo del partido, solo ha recabado entre 20 y 30 avales. Mantiene, sin embargo, un alto nivel de popularidad entre las bases y de respeto de muchos de los diputados. Según la agencia citada, Mordaunt había rechazado la petición del ex primer ministro de que se retirara de la contienda, e incluso le ha advertido de que, de hacerlo, la mayoría de sus apoyos irían a parar a Sunak. Horas después, en su comunicado, Johnson admitía que había intentado buscar una solución de consenso con sus dos rivales: “Confié en que podríamos juntarnos en defensa del interés nacional, pero desgraciadamente, no hemos sido capaces de hacerlo. Lo mejor que puedo hacer ahora es retirar mi candidatura y apoyar a quien acabe triunfando. Creo que me queda mucho por ofrecer, pero me temos que este, simplemente, no era el momento adecuado”, ha dicho el ex primer ministro.
Este lunes, a la dos de la tarde (las tres, en horario peninsular español) se cierra el plazo para presentar candidaturas. Las nuevas reglas —diseñadas por la dirección del Partido Conservador para acelerar unas primarias que añaden incertidumbre a una situación económica ya muy incierta— establecen que si solo un candidato supera los 100 avales, ese sería el ganador. Con Johnson fuera de la carrera, todo se aclara. A no ser que Mordaunt sorprenda a última hora con una caudal de seguidores de Johnson que pasan a su bando, es muy posible que Sunak sea elegido este mismo lunes primer ministro sin necesidad de una votación de los afiliados.
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