Hasta hace un año y medio, Ricardo Monreal desayunaba una vez al mes en Palacio Nacional. Aquellos tamales con jugo de naranja eran la prueba de una sintonía personal entre Andrés Manuel López Obrador y uno de sus más veteranos y efectivos operadores políticos. Tras más de 25 años juntos, el jefe de la bancada de Morena en el Senado ha sido clave para sacar adelante proyectos bandera del presidente como la reforma judicial o la eléctrica. Pero en junio del año pasado se destapó la caja de la sucesión presidencial y la carrera por el poder ha convertido ahora al curtido aliado en un compañero cada vez más incómodo.
Desde el inicio del proceso, Monreal se ha sentido ninguneado frente a los tres favoritos del presidente: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López. La tensión ha ido escalando, entre graves ataques cruzados dentro de Morena, hasta colocar al senador con un pie fuera de partido. Monreal lleva semanas negociando con la oposición una posible candidatura presidencial mientras continúa siendo la bisagra morenista en el Senado. Desde uno de los salones de juntas de la Cámara, recibe a EL PAÍS para dar detalles de su estrategia a dos bandas, que prevé continuar hasta al menos el próximo verano. Su línea roja para dejar el partido será el método decidido para elegir al candidato: “Si el partido decide que sea una encuesta elaborada por ellos, yo no iré. Sería una farsa”.
Pregunta. Parecen muy lejanos aquellos desayunos en Palacio Nacional. ¿Cuándo fue la última vez que habló con el presidente?
Respuesta. Sí, eran frecuentes. Desde junio del 2021 no tengo comunicación con él. Luego de que se abriera el proceso electoral. Aunque la comunicación con el Ejecutivo no se ha interrumpido porque la tengo vía el secretario de Gobernación. La relación entre poderes se mantiene inalterable. Aunque la relación personal de comunicación no existe. No hay comunicación con él.
P. ¿Es el mayor espacio de tiempo que ha pasado sin hablar con López Obrador?
R. Debe de ser. No ha habido un lapsus tan largo desde los más de 25 años que tengo con él.
P. ¿Extraña esa comunicación más directa con el presidente?
R. Puede que sí, por supuesto, porque fue durante muchos años muy afable, muy sincera y muy cercana. La intriga palaciega fue la que me alejó de esta posibilidad. Y estoy muy tranquilo con mi conciencia.
P. Más allá del conflicto por la carrera presidencial ¿qué es lo que le separa de Morena?
R. Yo sostengo los principios de Morena con los que nacimos: democracia, justicia e igualdad. Defiendo las causas que dan vida a Morena. Pero el ejercicio del poder sin llegar al poder quizá nos está alejando de principios como el de la democracia y acercándonos a decisiones populares. Por la cantidad inmensa de militantes nuevos se acude a la exclusión pensando en que no hacen falta todos. Es una depuración, una purga que sucede en todos los movimientos exitosos en el mundo.
P. ¿Se siente víctima de una purga?
R. No, yo siento que el mantener una posición independiente o diversa para llegar al mismo camino no es aceptada en el partido. No es un enfrentamiento con el presidente, sino tener criterio propio sobre el desempeño del país o sobre políticas públicas que entiendo que merecerían mayor análisis o revisión.
P. En el 2017 usted protagonizó un desencuentro parecido tras perder la encuesta que decidía el candidato del partido a la Ciudad de México. En aquel momento dijo “luchar contra la nomenclatura no es fácil, pero yo lo respeto”. ¿Qué ha cambiado ahora?
R. La nomenclatura existe y no voy a confrontarme con el presidente, que es historia. Es demasiado fuerte su simbología. Su estoicismo en la lucha política lo ha llevado a ser un hombre muy fuerte en el ejercicio del poder y de los más aceptados. Su estilo de gobierno hace que cualquier expresión que tenga en favor o en contra de una persona se convierte en una verdad política y en una bandera de seguimiento de sus simpatizantes. Por eso yo no esperaría nunca enfrentarme, porque eso sería un suicidio político.
P. ¿No le está enfrentando ahora?
R. No, porque el que yo asuma una posición racional, que defienda causas o que me ubique en un rebelde con causa, no genera una confrontación directa. Él fue un rebelde con causa. Fue un candidato antisistema. Nunca tuvo el acompañamiento del poder ni de los poderes fácticos. Y salió adelante. Con su voz propia, disidente de un status quo que se negaba a morir. Él decía una frase que yo comparto y observo: “no voy a dejar en el camino trozos de mi dignidad”. Quería decir que no iba a renunciar a sus principios por obtener un puesto y que quizá sería más difícil llegar a ese puesto, pero que no iba a declinar sus valores y sus principios.
P. En todo caso, usted se ha convertido en alguien incómodo para el presidente. ¿Cree que detrás de los ataques de la gobernadora Sansores está, al menos, la permisividad de López Obrador?
R. Conozco bien las entrañas del sistema político morenista. Ellas y ellos no expresan comentario u opinión alguna sin su autorización. Pero tampoco es de los que dé indicaciones directas. Te da libertad. No es un hombre que te ordene hacer una cosa pero, pues, pues lo consiente. Y creo que muchos de los elementos que ahora existen en el análisis son generados por un estilo personal de gobierno. Es un hombre que está en todo.
P. Ha acusado a Sheinbaum de estar detrás de los ataques. ¿Responsabiliza también al presidente?
R. No quiero enviar un pronunciamiento de esa naturaleza. No me atrevería. Sería irresponsable de mi parte señalarlo a él como responsable de lo que diga ella. No llego a tanto, pero entiendo muy bien los signos de lo que está pasando. No soy ingenuo, claro. Políticamente conozco muy bien los movimientos.
P. ¿Después del conflicto de 2017 por la Ciudad de México ya no ha podido reconducir su relación con Sheinbaum?
R. Nunca hubo un acercamiento ni de ella ni mío para una reconciliación o un saneamiento de heridas. El que lo hizo en ese momento fue el propio presidente. Como dirigente político del movimiento, él fue el que me llamó y me pidió que no me saliera de Morena y que aceptara participar con él en el movimiento hacia las elecciones de 2018. Y lo acepté porque tenía 23 años junto a él en ese momento. Hablando a fondo, durante tres o cuatro horas, decidimos participar y mantener los encuentros.
P. ¿Espera esta vez que el desenlace al conflicto sea también una llamada de López Obrador?
R. No lo sé, porque antes era dirigente político y necesitaba ser presidente de la República. Ahora son condiciones distintas. Ya es presidente y yo soy un modesto aspirante. Él tiene ya su prioridad en la selección de candidatos, en la que yo no me siento incluido y eso es muy claro. Pero el no sentirme incluido, tampoco me genera problema. Lo que estoy haciendo es intentar, por méritos propios, incrustarme en la carta de la baraja para participar en igualdad de circunstancias, que ya no las hay.
P. ¿Cree que conseguirá ser parte de la baraja?
R. Encantarme, sí. Pero si el partido decide que sea una encuesta elaborada por ellos yo no iré porque ya sé cómo se comporta el partido cuando es el responsable de organizar y levantar una encuesta que decida quién es el que encabeza la candidatura.
P. ¿Esa es su línea roja?
R. Yo no participaría porque sería una farsa.
P. ¿Cuándo se sabrá si hay encuesta?
R. Creo que van a esperar las elección de junio para lanzar la convocatoria para la encuesta. Ahora Marcelo ha estado planteando que cada aspirante nombre una encuestadora profesional y que en razón de eso se valore la calificación de cada una.
P. ¿Ese modelo le serviría?
R. Se acerca más. Pudiera discutirlo. Yo prefiero la elección primaria, aunque ellos sostienen que no se puede porque los estatutos no lo contemplan. Pero es de voluntad política. Claro que se puede hacer.
P. Y hasta llegar a ese límite seguirá negociando con la oposición
R. Seguiré negociando con la oposición porque ese es mi trabajo. Hablo con ellos bilateralmente para el tema de la reforma electoral de la próxima semana. Ayer me reuní y hoy me voy a reunir con más dirigentes políticos porque es mi trabajo.
P. Pero son reuniones con dos agendas
R. Ahorita la agenda que priorizo es la legislativa aunque, de cualquier forma, en lapsus y en ratos no evades platicar de lo político. Claro, pero no hay nada concreto. La oposición atraviesa por un momento difícil. Cada partido tiene sus aspirantes. Se tiene que construir esa posibilidad. No es fácil, pero yo creo que se iniciará a conversar políticamente sobre esa situación con más seriedad hacia el mes de febrero o marzo.
P. ¿Se sentiría cómodo encabezando una candidatura del PRI y el PAN?
R. Pareciera ser una contradicción porque yo he estado siempre en la izquierda. Pero se tiene que partir de lo que pueda identificar a quienes pretenden la alianza, no de privilegiar las diferencias ideológicas. De hecho, en el mundo las expresiones políticas extremas se reúnen para hacer coaliciones gobernantes. Las hay en todas partes. No es sino la búsqueda de una agenda común y de políticas públicas comunes. El temas como seguridad pública, empleo, cambio climático, salud, educación. En eso va a ser muy difícil que no tengamos puntos de partida común.
P. En un escenario político tan polarizado y con un liderazgo tan fuerte de López Obrador, ¿estaría dispuesto a a volcarse y pelear contra la herencia del presidente, habiendo sido un aliado y un socio tan cercano?
R. No lo sé, porque ese escenario aún no ha sucedido. Pero por fortuna él no va a estar en las boletas. Eso da mucha tranquilidad. Si estuviera en las boletas nadie se atrevería.
P. Y si está Sheinbaum sería un aliciente para usted.
R. Ya veremos.
P. ¿Se conformaría con que el partido le ofreciera ser el candidato a jefe de Gobierno en Ciudad de México?
R. Es que nadie lo ha ofrecido ni está en la mesa de la negociación ningún tipo de ofrecimientos de ese tipo. Yo quiero mucho la ciudad. Soy vecino e intenté ser jefe de gobierno en el 2017. Pero no está en los planes en este momento.
P. Pero si esa fuera la salida a este conflicto. ¿Lo aceptaría?
R. Tampoco quiero decir contundentemente una expresión afirmativa o negativa. Eso tendrá que darse con el paso del tiempo. Pero en este momento te diría no estoy entretenido ni buscando ningún tipo de compensación a mi aspiración presidencial.
P. ¿Temes que se intensifiquen los ataques si sale del partido?
R. Temo ataques como los que ya están. Acusaciones de traidor.
P. ¿No teme que comiencen las investigaciones de la Fiscalía en su contra?
R. Puede hacerse de todo, pero yo no tengo problemas con eso. Sé lo que es ser opositor. De hecho, siempre he sido perseguido y se han inventado expedientes en mi contra en el pasado por los partidos, por los gobiernos opositores. He vivido en la adversidad, conozco la persecución política, la descalificación permanente hacia mí. He estado toda mi vida en la oposición, ahora estoy en el gobierno y dentro del gobierno fijo mi posición seria y racional.
P. ¿Teme que le puedan destituir del cargo?
R. Nunca estoy apegado a ningún cargo. Siempre he sido así. No me encariño, no me anclo a ningún puesto porque no me gusta la comodidad política. Y por eso siempre estoy preparado para cualquier decisión política.
P. Pero perdería su posición de fuerza en su estrategia de negociación.
R. Es obvio que perdería un espacio importante de interlocución social
P. ¿Siente la presión dentro del partido?
R. Las normales. Aunque en las últimas semanas han sido más fuertes por razones obvias. Cada día el alineamiento de funcionarios, gobernadores y militantes de Morena se está haciendo y se está construyendo. Los que están con la jefa de Gobierno quieren liquidarme y los que están con otros aspirantes también alineados, buscan lo mismo. La sucesión adelantada está provocando estas fisuras y divisiones.
P. El partido quiere sacar por la vía rápida la reforma electoral. Usted se ha opuesto a esa vía rápida. ¿Es parte de su estrategia de negociación por la candidatura presidencial, hacerse el duro?
R. No es una razón de dureza política, sino de consistencia constitucional. Todas las reformas constitucionales que nos han llegado en este tiempo salieron aprobadas sin excepción.
R. ¿El plan b del presidente para la reforma electoral va a salir adelante?
R. Se va a modificar por necesidad constitucional. No es un asunto de una afrenta contra el presidente, es un asunto de pulcritud constitucional. Yo soy maestro de Estudios de Posgrado y Doctorado en la UNAM y no podría aceptar transitar por reformas ordinarias violando principios constitucionales.
P. Pero antes no era tan estricto.
R. Yo siempre he sido muy cuidadoso con la Constitución y la ley. Lo que va a suceder es que el Senado le regrese a la Cámara la reforma por errores constitucionales. Lo voy a regresar.
P. ¿El partido y el presidente no van a estar contentos?
R. Pero van a entender que no había otra alternativa.
P. ¿Ricardo Monreal puede bloquear la reforma electoral en el Senado?
R. Soy un modesto senador. Soy uno de 128.
P. Pero hay monrealistas en el Senado.
R. Pero no los voy a presionar a nada ni obligar o inducir a una decisión política. No lo voy a hacer.
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