Comienza como una telenovela, al fin y al cabo ahora los turcos son los dueños del popular género, para paulatinamente adentrarse en el terreno de la leyenda de Sahmaran, una mujer mitad serpiente que vive en las profundidades de un pozo y que se enamora de Camasb, un joven que al cabo de un tiempo añora la vida en la superficie. Sahmaran lo comprende, lo permite y le pide que jamás dijera dónde vivía.
La serie turca creada por Pınar Bulut y protagonizada por Serenay Sarikaya y Burak Deniz adapta libremente la leyenda: Camasb es ahora Maran y Sashu es una atractiva profesora que llega al pueblo de Adana con el anhelo de exigirle cuentas a su abuelo por la indiferencia que mostró ante su madre y, tal vez, reconciliarse con él, un maestro jubilado que no trabajaría nunca en una película de la primera época de Antonioni porque consideraría que hablaban demasiado.
Lo cierto es que Sahmaran, la serie de ocho capítulos que exhibe Netflix, gana en interés al mismo tiempo que avanza en su desarrollo. Y, probablemente, buena parte de su atractivo radique en una utilización discreta de los efectos especiales, lo que no es fácil si tenemos en cuenta que Maran pertenece a una raza de basiliscos, seres fabulosos que se adaptan al aspecto humano aunque se consideran muy superiores a ellos (son algo así como la cúpula del Partido Popular). Llevar una leyenda incluida en Las mil y una noches al cine no debe ser fácil y si, además, se contienen en la tentación que ofrecen los avances tecnológicos audiovisuales, el resultado es curioso y satisfactorio, lo que no es poco, como dijo del amanecer el inolvidable José Luis Cuerda.
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