Sánchez y Meloni exhiben “sintonía” y evitan cualquier tipo de distancia en su primer encuentro | España

Llegó el momento más esperado, y no pasó casi nada. Cinco meses después de que Italia se convirtiera en el primer gran país europeo en manos de la ultraderecha, algo que causó un gran impacto en España, Pedro Sánchez organizó al fin su primera reunión bilateral en Roma con Giorgia Meloni, la amiga italiana de Vox. Pero casi nada, ni en los discursos, ni en los gestos, ni en el contenido de la reunión de este miércoles, parecía mostrar esa excepcionalidad. Sánchez, que está en una gira europea para garantizar el éxito de la presidencia española, trató a Meloni como una primera ministra europea más, y ella correspondió también evitando cualquier tipo de choque. Al contrario, la italiana habló abiertamente de “sintonía” y el español correspondió: “Querida Giorgia, vas a encontrar a un Gobierno español que quiere tener las mejores relaciones con el Gobierno italiano. Estoy encantado de estar aquí”.

En el Palazzo Chigi, la espectacular sede de la presidencia del Gobierno italiano, no quedó ningún resto en Meloni de la mitinera que clamaba contra “la cultura LGTB” en Marbella, en el acto central de Vox en la campaña de las elecciones andaluzas, con Santiago Abascal y Macarena Olona. Tampoco en Sánchez quedaba resto del líder socialdemócrata que clama contra la ultraderecha no solo en sus mítines, sino también en foros destacados como el de Davos, donde dijo que hay que “impedir [que la ultraderecha] llegue a las instituciones y destruya la UE desde dentro. Especialmente en los países en que estas fuerzas de ultraderecha tienen el apoyo de los grandes partidos conservadores, que les están abriendo las puertas del Gobierno”.

En Roma, por el contrario, todo han sido buenas palabras. España e Italia están obligadas a entenderse, gobierne quien gobierne, y esta es una gira para buscar puntos de encuentro para que la presidencia española de la UE sea un éxito, explican en La Moncloa. El hecho de que no hubiera preguntas, y solo una declaración institucional de los dos, una decisión de Meloni, facilitó que el foco no se pusiera en las enormes diferencias políticas que les separan.

El presidente español solo metió en su declaración un párrafo más ideológico, pero sin ninguna referencia expresa a Meloni, a la ultraderecha europea o cuestiones muy polémicas como el tratamiento del Gobierno italiano a los homosexuales, que aún no pueden casarse en este país y a los que la primera ministra les ha prohibido que registren a sus hijos.

Incluso en inmigración, el asunto más sensible, ambos mostraron sintonía. Y mientras hablaba Sánchez, Meloni asentía. El presidente español insistió en que la migración “es un problema europeo” y pidió centrarse más en ayudar a os países de origen, mientras la mandataria italiana insistía en la necesidad de reforzar más las fronteras. Esto fue lo único parecido a una discrepancia en una comparecencia llena de sintonía, que contrasta con el discurso casi diario de Sánchez contra la ultraderecha.

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