Un periodista “de la casa” dispuesto a despolitizar la casa. Sigfrid Gras (Barcelona, 1967) ocupa la dirección de TV3 desde el mes de julio, en sustitución de Vicent Sanchis. El volumen de retos que tiene encima de la mesa para la televisión pública es ingente: conseguir más dinero, unos 100 millones extras, reenganchar a los más jóvenes, es decir, hacer que el nuevo Súper 3 funcione, digitalizar la cadena y tratar de arrancar las etiquetas que señalan al canal como una herramienta al servicio del mando político. Gras no pierde el buen talante. Asegura que viene a trabajar desde dentro y a esquivar la proyección pública, a diferencia de su antecesor.
Pregunta. ¿Es TV3 una cadena partidista?
Respuesta. No, no lo es ni tiene vocación de serlo. Otra cosa es el modelo de elección del consejo de gobierno de la Corporación Catalana de Medios (CCMA), pero eso es tema del Parlament. A mi me votaron todos los consejeros.
P. Partidos políticos alejados del independentismo han señalado reiteradamente un sesgo de TV3, y ahora también Junts per Catalunya denuncia que hay partidismo. El secretario de organización del partido les ha acusado de pactar contenidos con Esquerra y Laura Borràs ha apoyado esa denuncia.
R. Por una cosa u otra nos critican siempre. En el fondo, si nos critican casi todos los grupos indica que algo debemos estar haciendo bien. Estamos acostumbrados a eso.
P. Dice “casi todos”. ¿Quienes no critican son aquellos a quien ya les va bien lo que sale en TV3?
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R. Yo no sé quien está más a gusto con los contenidos y, en los últimos meses, no recuerdo a nadie que no nos haya criticado. Con el momento político que vive Cataluña la única opción que tiene TV3 es hacer aquello que honestamente creemos que hay que hacer, porque siempre tendremos a gente disgustada. Hacemos información de la mejor manera que sabemos.
P. Tras asumir la dirección ha admitido que TV3 había dedicado demasiado tiempo al debate político.
R. Sí, pero tiene una explicación. Hacerlo sale mucho más barato. Por cada programa de Euforia haces seis FAQ’s. Sacar por la tele a gente hablando de política es barato. Ahora bien, creemos que nuestro deber es acompañar al pueblo catalán y nos da la sensación que hay menos interés en la política del que había hace unos años. La tensión política se ha rebajado.
P. ¿Se ha despolitizado TV3?
R. Es un camino que va lento, y más que despolitizar TV3 se trata de acotar el espacio para la política. Su lugar está en los Telenotícies, en el matinal o en el programa de Xavier Graset. Vemos que las entrevistas políticas han bajado mucho de audiencia y si eso pasa es porque la política ha perdido interés.
P. Habla de despolitizar la cadena pero usted no llega de nuevo, era jefe de contenidos y tenía un papel activo en el equipo del anterior director, Vicent Sanchis.
R. Ya admito que alguna cosa seguramente no se hizo bien, no rehuyo responsabilidades. Pero Cataluña vivía una época y ahora vive otra distinta. Y creo que estamos logrando imponer un cambio.
P. También se puede hacer política desde el entretenimiento.
R. Sí, pero intentamos que eso no pase. Una de las consignas que tiene Ricard Ustrell es que en el Col·lapse se hable de política lo justo.
P. La CCMA tiene un presupuesto global de 240 millones de euros, pero usted secunda la petición de la presidenta Rosa Romà y demanda 100 millones más.
R. Al no tener dinero, a parte de sacar en pantalla a gente hablando mucho, también hemos desatendido otras ofertas, como la cultural y la infantil. Si queremos recuperarlo e impulsar una OTT (una plataforma digital de contenidos, del estilo Netflix) hace falta dinero. Hacer televisión es caro.
P. En un momento en que el periodismo está en fase de cuestionamiento y amenazado por la precarización, ¿cree que TV3 es un medio mimado?
R. En TV3 no estamos mimados respecto al resto de televisiones. Nosotros recibimos 31 euros por habitante de Cataluña, en Dinamarca son 60. Considero que es un buen lugar para trabajar pero tenemos que evolucionar. Estamos haciendo una reordenación y transformación de los canales. Digitalizar el Super3, por ejemplo, está demostrando ser un acierto, y nos sirve como banco de pruebas.
P. Productos digitales como el Bricoheroes, con buenas audiencias pero contenidos controvertidos, ¿obligan a la cadena a equilibrar qué tipo de oferta propone?
R. Nos gusta jugar al límite, no podemos ser una televisión blanca. Por eso tenemos el Zona Franca, pero hay unos límites que no se pueden pasar. Con el Bricoheroes tuvimos problemas porque creíamos que se habían pasado esos límites.
P. Su antecesor en el cargo relativizó que decir “Puta Espanya” en televisión pueda ser una ofensa.
R. Puta Espanya es algo que no tenemos que decir.
P. ¿Las productoras tienen barra libre para hacer lo que quieran en la tele catalana?
R. No, les revisamos los guiones siempre. Creo que TV3 es la televisión del mundo en la que se trabaja con más libertad, pero hay líneas que no se pueden rebasar.
P. Vicent Sanchis fue un director con mucha proyección pública. ¿Es un perfil en el que usted se siente cómodo?
R. Yo quiero hacer todo lo contrario que él, en ese sentido. Me interesa trabajar desde dentro, no quiero ser un personaje conocido.
P. Usted llegó a la dirección tras ganar un concurso de méritos, que también se hizo en Catalunya Ràdio. Miquel Calçada, Mikimoto, ha denunciado que hubo presiones en ese concurso.
R. A mi no me consta que nadie haya ejercido presiones. De las seis personas que hicieron la evaluación de las candidaturas, yo no conocía a ninguna.
P. Se tiene la idea de que un director de TV3 es alguien que se pasa el día atendiendo reclamaciones de políticos. ¿Es esa una imagen real?
R. Esto pasa y seguirá pasando. Pero no solo pasa aquí. A mi no me llama Pere Aragonès ni Jordi Turull para quejarse, pero siempre hay alguien que trata de hacerte llegar determinados mensajes. Si los políticos no se quejaran no serían ellos.
P. En el tema Francesc de Dalmases, diputado de Junts que atemorizó a una periodista tras una entrevista a Laura Borràs, ¿tiene la sensación que desde TV3 no se hizo lo suficiente?
R. A toro pasado siempre queda un poco la sensación de que se podía hacer algo más, pero sinceramente no sé cuanto más. El director del programa me dijo que dejásemos el asunto, tal vez para intentar protegerla. La verdad es que fue un caso insólito. Hemos introducido cambios en los contratos, exigimos a las productoras y empresas externas que deben cumplir el libro de estilo de la cadena.
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