Ultras: Vox aumenta en un 260% sus listas municipales para crecer en votos el 28-M | España

“Somos el partido que más va a crecer el 28 de mayo”. Los dirigentes de Vox, habitualmente remisos a hacer pronósticos, lo vienen repitiendo en las últimas semanas como un mantra. No se trata de un exceso de optimismo, sino que más bien parece una excusa anticipada para el caso de que el partido ultra no obtenga un buen resultado.

En realidad, tendría que producirse una auténtica catástrofe para que Vox no fuera el partido que más creciera en las próximas elecciones municipales, ya que sus números fueron tan malos hace cuatro años que un resultado incluso modesto supondría, en términos porcentuales, un fuerte avance.

El partido de Abascal obtuvo 690.000 votos (el 2,9% del total) en las elecciones locales del 26 de mayo de 2019, por lo que perdió casi dos millones de votos y más de siete puntos respecto a las generales del mes anterior. En las legislativas repetidas en noviembre, llegó a los 3,6 millones y el 15,2% de los sufragios.

La falta de implantación territorial de un partido recién llegado entonces a las instituciones fue su punto flaco en las elecciones locales: carecía de candidatos conocidos a nivel municipal. De hecho, solo presentó candidaturas en 752 ayuntamientos, menos del 10% del total.

Esta vez, sin embargo, Vox cuenta ya con un potente aparato orgánico, nutrido con fondos públicos, que le ha permitido presentarse en 1.936 ayuntamientos, el 24% del total, un 260% más que hace cuatro años. Aún persisten notables desequilibrios: mientras que el partido ultra presenta listas en los 179 municipios de la Comunidad de Madrid, solo concurre en 39 de los 313 gallegos y en 14 de los 251 vascos. Lo importante, subrayan los líderes de Vox, es que en los municipios donde se presentan reside el 82% de la población.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.

Suscríbete

Para elaborar estas listas, Vox ha prescindido de cualquier procedimiento democrático. Ya en 2019 suprimió las elecciones primarias para escoger a sus candidatos y el año pasado eliminó también las elecciones a los comités provinciales. El procedimiento seguido por Vox para elaborar sus candidaturas ha consistido en que cada Comité Ejecutivo Provincial (CEP), cuyos miembros son designados a dedo desde Madrid, elevaba una propuesta al Comité Ejecutivo Nacional (CEN), que podía ratificarla o cambiarla de arriba a abajo. Durante el proceso, los aspirantes podían ser llamados por el aparato central para someterlos a entrevistas personales, en una especie de casting.

Abascal justificó la eliminación de las elecciones internas alegando que causaban “zozobra y enfrentamiento” entre sus afiliados, pero lo sucedido ahora ha evidenciado que las fórmulas autoritarias no resuelven los conflictos, sino que los agravan. Desde que en noviembre pasado empezaron a filtrarse los nombres de los elegidos, se ha producido un goteo de dimisiones en la estructura territorial del partido.

En diciembre dimitió el presidente provincial y único concejal de Vox en Valladolid, Javier García Bartolomé, tras saber que la dirección lo había relegado en las listas; y en marzo se dio de baja su número dos, Félix Rodríguez, con un tuit en el que decía: “En agricultura, quien siembra es el mismo que recolecta”. El lema de Vox en las últimas elecciones de Castilla y León fue “siembra”. Dentro de la misma comunidad, dimitieron en abril cinco cargos de la dirección provincial de Salamanca, denunciando el “vacío ideológico” y la “deriva personalista” del partido, aunque Vox les acusó de marcharse tras saber “que no ocuparían los puestos que habían exigido”. También en abril dimitió la mitad del CEP de Cantabria, incluido su único concejal en Santander, Guillermo Pérez-Cosio, por “falta de respeto y cumplimiento de los acuerdos”.

En la Comunidad Valenciana, donde Vox aspira a sumar mayoría con el PP para sustituir al tripartito de izquierdas, el presidente provincial, José María Llanos, dimitió en febrero y fue sustituido por el diputado Ignacio Gil Lázaro. Uno de los dos ediles de Vox en Valencia, Vicente Montañez, ha acusado a Gil Lázaro de enchufar a dos amigos suyos como candidatos a presidente de la Generalitat, Carlos Flores, y alcalde de la capital, Juan Manuel Badenas. Ambos se han visto ya envueltos en sendos escándalos: el primero, por haber sido condenado en 2002 por violencia psíquica contra su exmujer; y el segundo, por un vídeo en el que proclamaba que “follando también se hace cultura”.

En Córdoba dimitió en febrero el presidente provincial y exportavoz en el Parlamento andaluz, Alejandro Hernández, tras denunciar que desde la dirección nacional se da cancha a “trepas y advenedizos, y en Cádiz lo hizo en marzo en presidente provincial, José Ortells, admitiendo que, “en este partido, los candidatos los elije siempre Madrid”. La única edil de Vox en el Ayuntamiento de Albacete, Rosa Velasco, ha anunciado su marcha tras denunciar insultos y amenazas de sus compañeros de filas. La relación no es exhaustiva.

Aunque, a diferencia de hace cuatro años, Vox tiene ya algunos militantes con experiencia de gestión local, la mayoría no repite –ni su entonces número uno en El Ejido, Juan José Bonilla; ni el de Badajoz, Alejandro Vélez, que ha montado un nuevo partido populista— y la dirección nacional ha impuesto una fuerte renovación de sus candidaturas. En algún caso, como en Oviedo, se ha postergado a la concejal Cristina Coto, después de anunciar que repetiría como candidata.

Vox ha tirado de su grupo parlamentario en el Congreso para poner caras conocidas al frente de sus candidaturas, como Inés Cañizares (Toledo), Luis Gestoso (Murcia), Alberto Rodríguez (Las Palmas) o Ricardo Chamorro (Ciudad Real). Falta saber si la fórmula funciona. De momento, la paridad no se cumple: de los 52 cabezas de lista (incluidas Ceuta y Melilla), menos de un tercio (30,7%) son mujeres.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Enlace a la fuente