Un caza ruso provoca el derribo de un dron de vigilancia estadounidense sobre el mar Negro, según el Pentágono | Internacional

Un dron estadounidense MQ-9 Reaper, en julio de 2020 en la base de Amari (Estonia).
Un dron estadounidense MQ-9 Reaper, en julio de 2020 en la base de Amari (Estonia).Janis Laizans (REUTERS)

Una escaramuza aérea entre Rusia y EE UU ha elevado exponencialmente este martes la tensión en torno a la guerra de Ucrania. Un caza ruso provocó esta mañana el derribo de un dron espía de la Fuerza Aérea estadounidense sobre el mar Negro al dañar la hélice del aparato, un avión no tripulado MQ-9 Reaper, según un funcionario estadounidense amparado en el anonimato. El caza ruso, un modelo Su-27 que patrullaba junto a otra aeronave idéntica, impactó en la hélice de un dron de vigilancia militar estadounidense, haciendo que se estrellara en el mar Negro en un incidente que fue condenado por el Pentágono, que lo tachó de “imprudente’. Aeronaves rusas y estadounidenses han sobrevolado el mar Negro en el transcurso de la guerra en Ucrania, pero la de este martes es la primera interacción de este tipo de la que se tiene noticia, una escalada potencialmente peligrosa en un momento crítico de los combates y sobre la que el Kremlin no se ha pronunciado.

El avión no tripulado Reaper, en labores de reconocimiento y vigilancia, y dos aviones rusos Su-27 sobrevolaban aguas internacionales del mar Negro cuando uno de los aviones de combate rusos voló intencionadamente delante del avión no tripulado y le arrojó combustible, según un funcionario del Pentágono que prefiere mantener el anonimato. En la aproximación uno de los aviones dañó la hélice del Reaper, que está montada en la parte trasera del dron, explicó dicha fuente. Los daños en la hélice provocaron la caída del Reaper en aguas internacionales del mar Negro.

El presidente Joe Biden fue informado enseguida del incidente, informó el responsable de prensa del Departamento de Defensa, John Kirby. Aunque ha habido otras interceptaciones de este tipo, apuntó Kirby, la de este martes “es única, por insegura y poco profesional”. En parecidos términos se ha pronunciado la Fuerza Aérea estadounidense, que ha emitido un comunicado en el que acusaba a la aeronave rusa de actuar de forma “imprudente, poco ecológica y poco profesional”.

El alto mando militar de la OTAN, general Christopher Cavoli, ha informado del incidente a los aliados, ha señalado bajo el anonimato un funcionario en el cuartel general de la Alianza en Bruselas.

“Aproximadamente a las 8.03 [hora local], uno de los aviones rusos Su-27 golpeó la hélice del [dron] MQ-9, provocando que las fuerzas estadounidenses tuvieran que derribarlo en aguas internacionales. Varias veces antes de la colisión, los Su-27 vertieron combustible y volaron delante del MQ-9 de forma temeraria, poco respetuosa con el medio ambiente y poco profesional. Este incidente demuestra una falta de competencia, además de resultar inseguro y poco profesional”, ha declarado en el comunicado el general estadounidense James B.Hecker, comandante de las Fuerzas Aéreas de EE UU en Europa y África.

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Estados Unidos ha estado operando en labores de vigilancia aviones no tripulados Reaper sobre el estratégico mar Negro, la única salida al Mediterráneo para Rusia, así como para los barcos cargados de cereales de Ucrania, desde antes del comienzo de la guerra, el 24 de febrero de 2022. Según la Fuerza Aérea de EE UU, los aviones no tripulados Reaper pueden volar a una altura de hasta 15.000 metros y disponen de sensores y capacidades para recabar información y realizar tareas de reconocimiento durante largos periodos de tiempo, lo que los convierte en una plataforma ideal para seguir los movimientos en el campo de batalla y en el mar Negro.

El choque de Rusia y EE UU en el mar Negro se produce horas después de que Moscú accediera a prorrogar por 60 días el acuerdo para la exportación de cereales, del que depende la subsistencia de numerosos países del sur global, así como las economías del resto del planeta, EE UU incluido. La crisis de abastecimiento de grano que se vivió en los primeros compases de la guerra afectó directamente a la primera economía mundial, con consecuencias tales como un aumento desmedido del precio de los huevos, un 55% durante 2022.

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