Un partido con curvas entronizó por octava vez al Madrid en ese torneo antes Copa Intercontinental y luego Mundial o Mundialito, según lo defina el campeón o el derrotado. El Real tuvo tanto mazo en el área del Al-Hilal saudí como poco cuerpo en la trinchera de Lunin. Con un Vinicius brillante y un Valverde colmado, el equipo español fue abrasivo para un rival al que concedió más de lo debido en el rancho propio.
5
Andriy Lunin, Dani Carvajal (Jesús Vallejo, min. 79), Rüdiger, Alaba, Camavinga, Aurelien Tchouameni (Dani Ceballos, min. 62), Modric (Nacho, min. 74), Kroos (Marco Asensio, min. 74), Federico Valverde, Benzema (Rodrygo, min. 62) y Vinicius Junior
3
Abdullah Al-Mayoof, Saud Abdulhamid, Ali Albulayhi, Khalifah Al Dawsari, Jang Hyun-Soo, Mohammed Kanno, Vietto (Abdullah Al Hamdan, min. 86), André Carrillo (Michael, min. 74), Salem Al Dawsari (Nasser Al-Dosari, min. 74), Gustavo Cuéllar y Moussa Marega (Ighalo, min. 86)
Goles 1-0 min. 12: Vinicius Junior. 2-0 min. 18: Federico Valverde. 2-1 min. 25: Moussa Marega. 3-1 min. 54: Benzema. 4-1 min. 58: Federico Valverde. 4-2 min. 63: Vietto. 5-2 min. 68: Vinicius Junior. 5-3 min. 78: Vietto.
Árbitro Anthony Taylor
No hubo tardanza del Real Madrid, comprometido y con prisas en Rabat. De entrada, un Real concienciado, con nervio y muy aplicado abrumó a su adversario saudí, destartalado los primeros 25 minutos. El Madrid le encapotó y le zarandeó por los costados. En una orilla Vinicius, en la otra la alternancia entre Carvajal, Valverde y Modric. Y al frente, como vertebrador, el panorámico Kroos.
El Al-Hilal, desamparado. Máxime cuando Vinicius selló el 1-0. Una estupenda trenza entre Benzema y Valverde derivó en una convocatoria del capitán al extremo brasileño. Vinicius, cada día más conciso ante el gol, batió a Al-Mayouf, que se le enfrentó con pies de sapo y la pelota le hizo una moña entre las piernas.
Los muchachos del Pelado Díaz iban sin cadena, abrochados por un rival con colmillo, con y sin la pelota. Un tiro raso de Vietto resultó un espejismo. Al cuadro árabe, tan frágil y aparatoso en el inicio, Lunin le quedaba a varias órbitas. Carvajal, relevo de Nacho, casi anticipa el segundo gol tras un par de aventuras. Era cuestión de tiempo. Esta vez, los goles eran hijos del juego. Y poco después del cuarto de hora lo certificó Valverde tras el enésimo quite de los blancos. Modric asistió y tras un despeje del portero el uruguayo cargó la derecha y acentuó el jaque al equipo asiático.
El fútbol tiene sus momentos súbitos. Tan dicharachero y festivo se veía el cuadro de Ancelotti que el Al-Hilal, que ya moría de realidad, dio con un atajo. El Pelado acababa de rectificar la pizarra y Marega dejó el nueve para dejarse caer a la derecha. De paso, Vietto, el más ilustrado, adelantó la posición. De repente, el Real en tanga. Marega, futbolista con mucha carrocería, puso el turbo y cazó a los madridistas en una contra parvularia. No hubo jugador blanco que cerrara la jugada con aplomo. El atacante francés, de piernas de acero y pies no muy sutiles, cruzó medio campo a la carrera y Lunin no tuvo remedio. Marega, un flotador para el Al-Hilal. Él jugaba un partido, sus colegas, otro. En Rabat, inopinadamente, aún había trama. Y más cuando Marega empezó el segundo acto con igual machaconería.
Contrariado el Real llegó otro momento Vinicius. El chico esponja y esponja. Su repertorio parece infinito. Queda plasmado su mejor ligue con el gol, y destronca cinturas como pocos. En esta final, también fue Modric, suerte que no se le conocía. En el 3-1 calcó el clásico toque con el empeine exterior del croata. Una cita con el gol ineludible para Benzema. Una asistencia para reseñar en cualquier simposio futbolero. Vinicius, sin arrestos macarrónicos, para todo.
Y no estuvo de rebajas Valverde, que en Marruecos ha dado muestras de haber superado el bajonazo de Qatar. De nuevo hay brotes del Valverde fecundo, pulmonar en ataque y defensa. Al hilo del tanto de Benzema, el charrúa se alió con Carvajal, tuya-mía, tuya-mía hasta el 4-1, estampado por el Pajarito, que en plenitud tiene poco de tal. Más bien es un convoy por sí solo.
La final, presuntamente, estaba solventada cuando llegó otra desatención blanca. Camavinga, con problemas sin el balón como lateral, Alaba y Rüdiger se desaliñaron, se les coló Vietto y el argentino resolvió con mimo ante Lunin. Ancelotti ya había retirado a Benzema y Tchouameni por los meritorios Rodrygo y Ceballos. Reclutado como titular o como reserva, no hay partido sin huellas del andaluz, que por fin se ve jugador del Madrid. Ha cambiado su escala. En un partido de golazos, su maniobra en el 5-2 fue para enmarcar. Con giro y una pisadita mandó al garete a su marcador, pero se le cruzó Vinicius, que lo rebaña todo, y ajustó la pelota al rincón izquierdo de Al-Mayouf.
Se presumía que el Al-Hilal ya estaba en los huesos cuando en la noche de los emboques sobresalientes, Vietto, al que nunca le faltó clase, hizo patinar a Nacho, se giró y a la cazuela: 5-3. Tan desatornillado iba el partido —la zaga blanca ya era Vallejo, Nacho, Rüdiger y Alaba— que Marega aún tuvo el 5-4. No hubo mayor angustia para el campeón europeo, un Madrid Mundial por octava vez con la Copa al viento de Benzema. Su 24º título, tantos como Gento, a uno de Marcelo.
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