Vidas libres de violencias machistas. Complicidades y estrategias desde el arte | Red de expertos | Planeta Futuro

Cada pocos días recibimos la noticia de un feminicidio. Como una gota tras otra, nos arriesgamos a normalizar que matan a las mujeres por el hecho de serlo. Y que, con mayor sutileza y menor visibilidad, se suceden cotidianamente otras violencias sobre nuestros cuerpos. Desde las organizaciones sociales, y especialmente el movimiento feminista, tratamos de poner el foco en estas situaciones y encontrar la forma de que la sociedad y las instituciones reaccionen con más contundencia.

Buscando maneras de identificar, denunciar y superar las violencias machistas, dirigimos nuestra mirada hacia el arte, un lugar desde el que no se logra cambiar directamente la realidad, pero sí los imaginarios, aquellos lugares simbólicos desde los que se produce, normaliza o deslegitima la violencia.

Son muchas las artistas contemporáneas que deciden abordar el tema en sus creaciones. Y, a través de distintos lenguajes artísticos como performance, música, mural, poesía, foto, pintura, bordado o vídeo, entre otros, ponen sobre la mesa, partiendo de diferentes enfoques y perspectivas, esta realidad insoportable.

Desde una valiente primera persona, Rosa Chávez, poeta maya k’iche’ de Guatemala, confronta la violencia de forma directa. En sus poemas esta se muestra de forma casi permanente, pero ella se permite elegir cómo contarlo: (…) deja que esta rabia que desorbita mis ojos/ se me salga en palabras dulces/ palabras finas, zarandeadas, reventadas (…). Encontramos, en su escritura, una forma de ir más allá de la violencia para, sin ocultarla o negarla, colocarnos en un lugar de posibilidad y de agencia.

Me gustan las cicatrices

porque allí el dolor encontró su forma

creciéndose de nuevo la piel

haciéndose más fuerte la piel y el corazón

justo donde hubo sangre, donde hubo herida

Sus temas son la violencia, la dignidad, la comunidad o la memoria. Y son las mujeres, empezando por ella misma, las protagonistas de sus versos en un claro sentimiento de pertenencia, de genealogía. (…) y soy yo y mi madre y mi abuela/ y soy todas y ninguna (…). Rosa escribe para retomar un poder transgresor, emancipador. Habla de utilizar las artes para reescribir nuestras historias y, vinculando su creación con la sanación, trata de colectivizar su experiencia individual y de posicionar así narrativas liberadoras, contra hegemónicas.

Lorena Wolffer es una artista y activista cultural mexicana, especialmente conocida por sus performances, instalaciones y fotografías. En su trayectoria evoluciona de acciones individuales, como Mientras dormíamos (El Caso Juárez), a otras que denomina intervenciones culturales participativas como Muros de réplica o Evidencias, donde el público adquiere protagonismo. Cada vez con más claridad y frecuencia, la artista genera espacios abiertos a la participación en los que cede el poder del relato para ponerlo en manos de las personas que intervienen. En este ir, del singular al plural, facilita espacios de enunciación para las experiencias de muchas que, juntas, generan un enunciado diferente.

A través de su obra, Wolffer busca cambiar la cultura desde la cultura. Con lucidez plantea que no servirán solo los cambios formales y legales cuando las desigualdades beben, fundamentalmente, de ideas y creencias arraigadas culturalmente.

Con una larga experiencia en performances de gran impacto para el abordaje de las violencias machistas, Pilar Albarracín es una pionera de la creación feminista en España. Su trabajo abarca también otras disciplinas como el tejido, la instalación, el dibujo, la foto o el vídeo. Suele decirse que se la reconoce más fuera que dentro de nuestro país, cuando una de las cuestiones principales, o quizás por eso, es el cuestionamiento de algunos de los tópicos sobre la mujer española y, especialmente, la andaluza, la de su tierra.

En obras como Lunares, la serie Carne y Tiempo, ¡Viva España!, o las instalaciones y fotografías en torno a la olla exprés, muestra con humor e ironía, pero también crudeza, las violencias sufridas por las mujeres. Sus piezas, de gran potencia visual y estética, están llenas de contenido, de profundidad. Un trabajo bello, sin mensaje, no tiene sentido para ella.

En Bolivia la tradición de la pintura mural es enorme. Es un país donde los muros hablan y lo hacen con mucha riqueza de estilos y contenidos, en algunos casos de gran carga política. La Hef es, además de muralista, ilustradora e imparte talleres. Y tiene un compromiso específico con lo medioambiental, desde perspectivas ecofeministas. A la tierra también la están violando, la están abusando, expresa.

Deja que esta rabia que desorbita mis ojos/ se me salga en palabras dulces/ palabras finas, zarandeadas, reventadas

Rosa Chávez, poeta maya k’iche’ de Guatemala

Le interesa el mural porque es un arte que la gente encuentra sin buscarlo y así, mostrando en los muros determinadas ideas, estas quedan en la memoria de quienes los contemplan. De alguna manera les sacude, les saca de donde están.

Xiomara Fortuna, música, compositora y cantante, celebra a la mujer negra que es, abordando desde su música también el racismo y poniendo en valor las identidades afrodominicanas. Su intención es que sus canciones generen esperanza, doten a la gente de herramientas para la vida, les provoquen buenos momentos.

Ejemplo de ello es su primer disco, De la loma al llano, conformado por letras que escribieron mujeres campesinas organizadas en los 80 a las que ella dio forma de canciones. Ella canta jazz, donde homenajea a mujeres negras que interpretaron esta música. Toda su extensa discografía describe su manera de estar en el mundo.

Con estas cinco artistas tuvimos la oportunidad de conversar, de forma virtual, el 26 de octubre de 2022. La propuesta vino desde InteRed, ONGD que apuesta por el abordaje de las violencias a través de las metodologías artísticas. Y que, para muchas de estas acciones y proyectos, cuenta con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el desarrollo (AECID).

Las artistas nos inspiran, orientan y acompañan en el camino de tratar estas cuestiones desde lugares menos trillados. La complicidad con ellas y el impulso de estrategias creativas en la tarea de lograr vidas libres de violencias machistas son herramientas cada vez más indispensables si queremos conseguir transformaciones reales y profundas. Como contaba Lorena Wolffer, por qué no intentar cambiar la cultura desde la cultura misma, generando nuevos simbólicos. Ellas los están poniendo a nuestra disposición.

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