Los talibanes han liberado este martes a dos estadounidenses detenidos en Afganistán, en un acuerdo que el Departamento de Estado ha calificado de “gesto de buena voluntad” del viejo adversario de Washington.
El portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, ha confirmado la liberación de los prisioneros, rehusando identificarlos por normas de confidencialidad. Price subrayó que la liberación no se hizo mediante un canje de prisioneros u otros individuos de interés para el régimen de Kabul. Tampoco hubo entrega de dinero para comprar su libertad, añadió.
Los dos ciudadanos estadounidenses llegaron a Qatar el martes antes de reunirse con sus familias, informaron dos funcionarios del Departamento de Estado bajo condición de anonimato por tratarse de un asunto sensible. “Estamos proporcionando a estos dos ciudadanos estadounidenses toda la asistencia adecuada”, añadió Price.
El portavoz confirmó la noticia, adelantada por el diario The Washington Post, durante su comparecencia diaria ante la prensa. Washington, según el alto funcionario, continuará ejerciendo la presión adecuada para convencer a los talibanes de que entreguen hasta al último estadounidense detenido en Afganistán, pero se negó a detallar cuántos son y cuáles son sus circunstancias.
Fuentes cercanas al acuerdo informaron a la cadena de televisión CNN de que uno de los liberados es el cineasta Ivor Shearer, quien fue arrestado junto con su productor afgano en agosto mientras filmaban en Kabul. Los talibanes también liberaron en septiembre al ingeniero estadounidense Mark Frerichs, secuestrado hace dos años en Afganistán, en un intercambio por un alto cargo del grupo fundamentalista.
La liberación se produce el mismo día en que los talibanes prohibían el acceso de las mujeres a las universidades, lo que generó una enérgica condena de Estados Unidos, que advirtió que esta decisión tendrá consecuencias para los barbudos. Washington ha condenado reiteradamente la vulneración de derechos de mujeres y niñas por los talibanes desde que en agosto de 2021 estos volvieran al poder en Afganistán y aceleraran la salida de las tropas estadounidenses del país centroasiático. Un repliegue que se convirtió en desbandada y que costó críticas y popularidad al presidente Joe Biden, en vísperas del 20º aniversario del 11-S, el desencadenante de la llamada guerra contra el terror que llevó a EE UU a Afganistán.
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Con la repatriación de la mayoría de los nacionales, Washington prometió no abandonar a los que por distintas circunstancias vitales -cooperantes, contratistas o integrantes de matrimonios mixtos- optaran por quedarse atrás. El colapso de Kabul, un Gobierno apoyado por Occidente durante dos décadas, fue también un golpe a la reputación de la CIA por no ser capaz de anticipar el inminente derrumbe del régimen que contribuyó a apoyar.
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